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A tapar la calle

Los cortes de tráfico se convierten en la última moda de protestas ciudadanas

El tráfico en Madrid es una pesadilla. Por si fuera poco, en los últimos meses se ha recrudecido la costumbre de diversos colectivos consistente en manifestar sus reivindicaciones cortando el paso a los vehículos en diferentes vías, lo que ha originado grandes atascos. El deseo de llamar la atención de los medios de comunicación, en un intento desesperado de hacer reaccionar a una Administración al parecer demasiado lenta, late como causa última en estos cortes de tráfico que, provocados por unos pocos, molestan a muchos.

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"A ninguno nos gusta estar en la calle cortando el tráfico y pasando frío", es la opinión más extendida entre aquellos que deciden un buen día, "hartos de que nadie nos haga caso", taponar con vallas o cogidos de la mano el tráfico de calles más o menos importantes. Pueden ser los vecinos del barrio de La Fortuna, en Leganés, porque les han subido los autobuses; en Chamberí, los de la zona de Aurrerá, por los problemas de orden público, y los de la calle General Alvarez de Castro, para paralizar las obras de un aparcamiento para residentes; los colectivos de Moratalaz, por el realojamiento de unos chabolistas; hasta algunos técnicos de mantenimiento de los aviones de Iberia despedidos por la empresa, o los empresarios de contenedores de obras para que se abran más vertederos.La desesperación y la impotencia rompen con el miedo y llega el momento de echarse a la calle. "Que nos detengan a todos los vecinos de Chamberí", afirma María Dolores Monedeo, presidenta de la asociación Adelante, que ha conseguido hacer desaparecer a los travestidos de la zona de la calle Fortuny a base de impedir el paso con vallas del Ayuntamiento. La posible efectividad de estas drásticas medidas es puesta en duda por la concejala de este distrito, Pilar García Sacristán, quien sostiene que se cumplen los compromisos. "Hemos cerrado y expedientado a los locales ¡legales. Muchas medidas ya habían empezado a tomarse antes de que los vecinos salieran a la calle; lo que pasa es que coinciden las protestas y la puesta en práctica de soluciones". Aún así, es significativo que, después de que los vecinos de la calle del General Álvarez de Castro amenazaran el pasado fin de semana con cortes de tráfico hasta que se detuvieran las obras del aparcamiento subterráneo, una moción de urgencia de Izquierda Unida en el Ayuntamiento consiguiera que se paralizaran las mismas el lunes siguiente.

La clave está en que las asociaciones se consideran el más eficaz portavoz de los vecinos. Así, a la hora de manifestarse, los pocos cientos de miembros de estos grupos y sus acompañantes se arropan en el número de habitantes de sus barrios para justificar sus acciones. La moda de los cortes de tráfico, en opinión de José Manuel Pradillo, jefe de Tráfico, es especialmente perniciosa cuanto más espontánea es la manifestación. "Si avisasen a alguien, podríamos alterar algunos trayectos de autobuses, los más afectados porque no pueden desviarse". En su opinión, puede ser peligroso: "Si se producen disturbios y hay heridos, las ambulancias tendrían que llegar por el aire".

Nada es suficiente

A ellos parece no importarles. Rafael Villalba, vecino del barrio de La Fortuna, donde lleva un pub, y presidente de su asociacion de vecinos en Leganés, no está conforme con las medidas que el Consorcio de Transportes ha tomado desde que a finales de mes cortaron el tráfico en la zona, destrozaron cristales y pincharon ruedas de autobuses en protesta por la subida de los precios en el billete sencillo y los cambios de trayectos. Las nuevas marquesinas y las tres nuevas líneas de microbuses ya no son suficientes.

Faustino Muñoz, del Consorcio de Transportes, sostiene que la subida afecta a una minoría de usuarios, pues el 50% usa el abono y otro 30% viaja con bono-bus. "El consorcio está abierto a la negociación, siempre procuramos consultar con las asociaciones de vecinos de los barrios afectados". Las diferentes partes no se ponen de acuerdo. Villalba afirma que antes de echarse a la calle enviaron una carta al consorcio sobre este tema "y nadie nos hizo caso, dijeron que se había traspapelado".

Mientras tanto, el anónimo conductor, en su coche, se pregunta: "¿Por qué será esta vez el atasco?". A los que protestan les parecen sus razones suficiente justificación; además, como afirmó Antonio García, presidente de ASETMA, tras aclarar que su sindicato no había convocado ninguna manifestación en la nacional II: "Con la cantidad de horas que nos pasamos en la carrtera, ¿qué importa una más? Si el diálogo se rompe, la gente se desespera". Lo mejor, al parecer, es que si unos cuantos están desesperados, tapen una calle y se desesperen todos los demás.

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