Se acabó lo que se daba
"En el futuro vamos a tener que reconsiderar la gratuidad de los servicios de sanidad y educación para los extranjeros", manifiesta el ministro kuwaití de Economía y Finanzas. Hombre de aspecto sobrio, vestido con una túnica negra y tocado con un pañuelo blanco, Yasem Mohamed al Jorafi justifica la medida en que su país no puede continuar "ofreciendo todo gratis porque lo gratuito no se valora". "Tenemos que buscar alguna forma de racionalizar el gasto", añade.En realidad, no se trata tanto de una medida económica cuanto social. Si bien la disminución de los ingresos del petróleo ha frenado el dispendio que caracterizó a los países productores de la zona en los años siguientes a su descubrimiento, la situación de sus saneadas economías no resulta ni mucho menos preocupante. El factor que realmente inquieta a los gobernantes kuwaitíes es el de la composición poblacional del país. Con más de un millón de extranjeros en su territorio, la población local (unos 700.000) apenas representa el 40% del total, y muchos de los puestos claves aún dependen de esa mano de obra exterior.
"Cuando en los años cincuenta los trabajadores extranjeros empezaron a llegar, los kuwaitíes aún estábamos en la escuela", explica el ministro del Interior, jeque Salem Sabah al Salem al Sabah. Las cosas han cambiado mucho en ese pequeño emirato. "Ahora estamos preparados para ocupar esas plazas, tanto en la Administración como en los negocios, y quienes las ocupaban tendrán que buscar otros trabajos", asegura. El titular de Información, jeque Yaber Mubarak al Hamad Al Sabah, es más preciso: "En el nuevo plan quinquenal, que comenzará en 1990, vamos a fijarnos dos objetivos a ese respecto: Uno, equilibrar la relación entre kuwaitíes y extranjeros; y dos, promover una política de ocupación de los kuwaitíes". Se trata de kuwaitizar Kuwait.Política estrictaEste objetivo, aparentemente justificado por el deseo de recuperar el país para sus nacionales, corre el riesgo de ser terriblemente injusto con los numerosos extranjeros que, con su trabajo, han hecho posible el desarrollo de Kuwait. Una política de nacionalidad muy estricta y una cierta arrogancia de nuevos ricos bastante extendida entre las capas de kuwaitíes de derecho, han impedido la más mínima integración de ambas sociedades. Los matrimonios mixtos son casi anecdóticos y prácticamente limitados a las ciudadanas de otros países árabes. La recesión en la demanda de mano de obra se ha notado en todos los niveles.
"Me voy. No aguanto más. Ya he comprado el billete y en cuanto cobre este mes vuelvo a la India", relata un joven de Madrás. "Cobro 80 dinares al mes y con eso apenas me da para subsistir aquí. No puedo enviar nada a mi familia y tampoco tengo derecho a traer aquí a mi mujer". Los conflictos laborales, los impagos o retrasos en el pago de los salarios se multiplican. Kuwait está dejando de ser el paraiso de los emigrantes asiáticos.
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