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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Responsabilidad de UGT

The New York Times de 14 de febrero de 1989 informa, en un artículo de tercera página, de la posibilidad de que Felipe González, ante el acoso de sus correligionarios, presente la renuncia. Una vez más, la historia de nuestro país me llena de aprensiones y me regresa a los últimos años de mi juventud, cuando, junto con muchos otros de mi generación, pensábamos que España no tenía posibilidades de redimirse, ya que la nación tiene una vocación terca a la desintegración y a la destrucción de todo aquello que pudiera acercarla a formas más altas de cultura y convivencia. Hoy, esos pensamientos regresan al ver la lucha entre UGT y sus hermanos socialistas de Gobierno; y para todos los desmemoriados pongo unos cuantos ejemplos del pasado, por si la historia sirviera para algo.Cuando el señor Largo Caballero, presidente de la UGT, es invitado al Consejo de Estado por el dictador Primo de Rivera, acepta el puesto en razón de los intereses superiores de defensa de la clase obrera, a pesar de que la dictadura estaba lejos de los ideales del partido de Pablo Iglesias. Más tarde, cuando llega la República, con su política extremista, pone en bandeja a la reacción los argumentos para el levantamiento del 18 de julio. Cuando las personas de buen sentido, de derecha o de izquierda, sabían que el único que podía dar confianza y parar la previsible sublevación era Indalecio Prieto, es una vez más el jefe de la UGT el que pone el veto para que la rama moderada del PSOE salve al país. Por fin, y en plena guerra civil, siendo Indalecio Prieto ministro de Defensa, los obreros de la industria de armamento en Cataluña entran en huelga, y Prieto propone en Consejo de Ministros un juicio sumarísimo por alta traición a los líderes sindicales. El consejo recusa porque les parece escandaloso el que ministros socialistas fusilen obreros.

Todo lo anterior, una vez más, me viene ahora a la cabeza. ¿Será posible que por segunda vez en este siglo la UGT se cargue el proyecto de modernizar un país, que, en lugar de defender los intereses de los obreros frente a los patronos, se empeñe en suplantar la función de los partidos políticos? Por favor, que el PSOE, junto con la sociedad, ayude a que los sindicatos ejerzan el perfil que les corresponde de arma de los obreros para las reinvidicaciones laborales, y no para legislar o exigir del Gobierno un diálogo que sólo corresponde a las fuerzas políticas. Hoy con Nicolás Redondo, igual que antes con Largo Caballero, nadie pone en duda la honestidad de estos líderes y de sus colaboradores, simplemente que esta virtud no les libra de la responsabilidad histórica que los otros tuvieron y éstos tienen ahora.-

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