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El accidente de Hawai pone en evidencia el peligroso envejecimiento de los aviones

La hipótesis del desprendimiento del fuselaje debido al deterioro de los materiales gana fuerza entre los peritos que estudian el accidente del Boeing 747 que aterrizó el viernes en el aeropuerto de Honolulu, Hawai, con nueve pasajeros menos. Las víctimas de este accidente, seis norteamericanos, dos australianos y un neozelandés, salieron disparadas por el boquete que se abrió en el avión. Veinticuatro heridos de consideración fueron atendidos en los centros médicos de la ciudad.

Un equipo de expertos partió ayer desde Washington para investigar el accidente. Los informes técnicos preliminares atribuyen el accidente a la fatiga del metal, un problema que cada vez aparece con más frecuencia en las naves con muchos años de servicio. El pasado mes de julio, la Administración Federal de la Aviación ordenó a las compañías aéreas que verificaran y reforzaran los sistemas de cierre de las bodegas de equipaje de los viejos Boeing 747.Este siniestro pone nuevamente de actualidad la preocupación existente en torno a la seguridad de los Boeing con bastantes años de servicio que han sufrido ya anteriormente accidentes similares, debidos al envejecimiento de sus estructuras.

En el caso del avión siniestrado, que cubría el vuelo entre California y Nueva Zelanda, con 354 personas a bordo, se abrió un boquete rectangular de doce metros de largo por tres de ancho en la parte destinada al equipaje, que afectó al área destinada a los pasajeros de primera clase. Al abrirse el boquete, el cambio de presión hizo que nueve personas fueran succionadas y cayeran a las aguas del Pacífico, desde una altura de 7.000 metros. La tripulación logró recuperar el equilibrio y puso rumbo al aeropuerto de Hawai, donde realizó el aterrizaje de emergencia.

Sin esperanzas

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Un equipo de socorro y bomberos esperaban a los viajeros a su llegada a la terminal aérea. Un total de 24 pasajeros presentaba quemaduras de consideración y tuvieron que ser trasladados a centros médicos de Honolulu para su tratamiento.

El Boeing 747 había cumplido 19 años de servicio y más de 15.000 vuelos. La pasada semana había pasado un examen técnico sin problemas. Cuarenta agentes de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) interrogaron a los pasajeros para determinar con mayor exactitud las razones del accidente. Los equipos de guardacostas de la zona, que iniciaron el viernes la búsqueda de los nueve viajeros desaparecidos, manifestaron ayer que no tenían esperanzas de encontrar supervivientes. En el rescate se utilizan helicópteros para rastrear una extensa zona marina. En la primera jornada sólo se han encontrado pedazos de fuselaje.

"Es un milagro que estemos vivos", declaró uno de los supervivientes. Otro de los viajeros contó que el terror se había apoderado de los pasajeros después de producirse el desgarramiento metálico.

Los investigadores del FBI han descartado en principio la posibilidad de que el accidente fuese provocado por un atentado. No obstante, un hombre había amenazado hace un mes con colocar una bomba en el interior de un avión norteamericano si no se liberaba a un miembro del grupo terrorista Ejército Rojo Japonés antes del pasado viernes, día en que ocurrió el accidente, según contó una emisora de radio de Honolulu.

Según el director de la emisora Koho, esta radio recibió el 23 de enero pasado una llamada de teléfono, en perfecto japonés, en que se solicitaba el traslado de este mensaje al consulado japonés en Honolulu.

Fuentes policiales informaron en Washington, sin embargo, que "hay un gran agujero en el fuselaje del aparato, pero no parece estar producido por ningún artefacto explosivo".

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