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Crítica:MÚSICA CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un grande del piano

Se han apuntado las Juventudes Musicales de Madrid un tanto de importancia: la presentación del pianista Bernd Glemser (Baden-Würtemberg, 1962), primer premio en el concurso de la Radio alemana, segundo en el Cortot de Italia, tercero en Santander y con galardones especiales en Sidney y Moscú. Bien está tener en cuenta tan brillante currículo, pero lo que importa es la realidad de un. artista anticipadamente maduro y al que, desde la primera vez, que le escuchamos, era fácil augurarle el gran futuro que empieza a disfrutar. El nombre de Glemser ingresará muy pronto en el capítulo de los grandes del piano, e interesaba sobremanera seguir sus pasos a través de un programa tan comprometido como bello, enteramente dedicado a Franz Liszt.De entrada, Funerales, de las Armonías poéticas y religiosas, un verdadero poema pianístico al que Glemser supo descubrir todos los matices. Contrastó el intérprete con sutileza sonora y expresión morosa las escenas casi místicas y, en suma, hizo del gran piano romántico el resumen caracterizado de la orquesta que encierra.

Bernd Glemser, pianista

Juventudes Musicales y Comunidad de Madrid. Obras de Liszt. Auditorio Nacional, 23 de febrero.

Tres números de los Años de peregrinaje, dedicados a Italia, cambiaron el panorama, siempre dentro de la formidable unidad de pensamiento y sentimiento propia de Liszt: Sposalizio, Soneto número 104 de Petrarca y Después de una lectura de Dante (Las voces interiores). Son impresiones literarias y viajeras a las que se añaden las emociones musicales que llevaron al gran inventor musical a transcribir diversos lieder de Schubert, cuatro de los cuales tocó Glemser con primorosa calidad y exacta planificación sonora antes de ofrecemos el estudio Sospiri y la rutilante Rapsodia española, escrita casi 20 años después del viaje de Liszt a España y basada principalmente en la folía y la jota, con la copla que utilizara Glinka y, más tarde, Gustav Mahler.

Asombra el poderío técnico del joven Glemser, la claridad con que expone hasta los más intrincados pasajes, pero no sería bastante si junto a ello no advirtiéramos un criterio musical exigente y extraordinariamente expresivo. Se estableció así, desde el primer momento, la comunicación entre el pianista y sus auditores, alguno de los cuales viene mostrando, sin que lleguemos a entender la causa, un comportamiento ruidoso e improcedente.

Sin este comportamiento, la mayor parte del público se habría beneficiado de varias propinas, que Glemser, ante la impaciencia de algunos por abandonar el local, redujo a una sola. En la memoria quedará siempre la impresión de este primer recital madrileño de uno de los grandes de su generación.

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