Las huellas del pasado

Los días de junio es una producción argentina reciente (1985), del director Alberto Fischerman, en la que donde, como en tantas otras de su misma cinematografía, se pretende tocar la llaga social mediante un exhaustivo análisis de causas y efectos. El presente siempre viene marcado por el pasado. El presente en este filme es la guerra de las Malvinas; el pasado lo trae el regreso de un actor exiliado en Estados Unidos y su encuentro con tres viejos amigos de la infancia a los que le unía un juramento de infancia.Empiezan a desatarse demonios entre ellos un poco a la manera de La caza, de Saura. Heridas del pasado sin cicatriz posible fuertemente matizadas por el sello político que el filme juega con astucia y esa espontaneidad propia del cine argentino de esta década. El que se nos ha dado a conocer, claro, a todas luces insuficiente para una evaluación global.

Nostalgia

También el pasado, sólo que bajo tintes nostálgicos y sentimentales -a lo Garci-, es el motor de arranque para El curso en que amamos a Kim Novak, dirigida por Juan José Porto en 1978. La película es una excursión cinéfila por los jovencitos españoles de los sesenta -Salamanca como foco evocativo- y sus primeras cuitas en el amor y en la vida adulta.

La sensación de que quienes nos cuentan la película vivían mucho mejor en aquellos años invade al espectador, y no es un efecto que venga dado por la exaltación de los sentimientos; El año de las luces, sin ir más lejos, no la producía.