Otra mala noche para Pedro ante el Madrid
"¡Pobre Pedro!, ¡pobre Pedro!", gritaban los ultrasur. Y Pedro Rodríguez Iglesias, en el centro de su área, bajaba la cabeza. "¡Pedro saluda!, ¡Pedro saluda.'", se oía en la grada. Y Pedro seguía, con la cabeza gacha. "¡Pedro, Pedro, Pedro!", coreaba ya con recochineo el estadio. Y en la cabeza del portero del Spórting sólo había un pensamiento: que el suplicio acabase cuanto antes. Han sido muchos sufrimientos, pobre Pedro. Quince goles, quince, en sólo 11 días y tres partidos. Quince goles a los que hay que sumar para la historia los siete que recibió el año pasado en el Bernabéu. Seguro que, en sus pesadillas, Pedro lo ve todo de blanco. Y debe ser un buen portero, porque por algo está en Primera, pero psicológicamente Pedro no estaba preparado para el partido de anoche. Sus saques en corto, a media altura y sin dirección, o largos, muy altos pero cayendo muy cerca, denotaban un estado de tensión inusual en un jugador de Primera división.La clasificación del Madrid, pese a su diferencia de ayer y a haber marcado 10 goles en dos partidos, no fue excesivamente brillante -no hay que olvidar que ha encajado siete goles-, aunque tampoco tuvo necesidad de forzar la máquina. El Spórting planteó un partido espectacularmente defensivo. Con cinco defensas y cuatro centrocampistas esperando a en la línea de 22 metros, el Spórting cedió conscientemente toda la iniciativa al Madrid. Los asturianos parecían más pendientes de correr hacia atrás que no hacia adelante, y la mayoría de sus balones ofensivos consistían en hábiles lanzamientos a la zona de nadie o a las bandas.
El Madrid tuvo muchos problemas para encontrar huecos. Sus jugadores movían muy bien el balón en el toque corto, pero no acertaban a profundizar. La ausencia de Butragueño -sentado ayer en el banquillo- restaba opciones imaginativas por el centro. El Spórting, además, cerraba muy bien las bandas, abortando las carreras de Michel y Gordillo. Así, poco a poco, el Madrid comenzó a decantarse por el bombeo de balones para dos rematadores natos como son Losada y Hugo.
El área del Spórting se asemejaba por momentos al camarote de los hermanos Marx en Una noche en la ópera. Allí, entre defensores y atacantes, no cabía nadie más. Para aumentar las complicaciones del Madrid, Joaquín, el mejor de su equipo, marcó el 0-1 en la única jugada en que el Spórting se acercó al área madridista.
Pero el Madrid no se puso nervioso. Daba la sensación de ser consciente de su superioridad, y, por tanto, sólo cabía esperar a que llegasen los goles. Y así fue. Tres faltas al borde del área -ese fue el error del Spórting- sirvieron para que Schuster y Hugo, por dos veces, colocasen el 3-1. Pedro, pobre Pedro, afrontó la situación con notable nerviosismo. Se colocó mal en las faltas; le faltó distancia de vuelo para llegar a los dos primeros lanzamientos, y anduvo corto de reflejos en el tercero, cuando Hugo le sorprendió lanzando el balón por donde él estaba.
Hubo entonces un conato de sorpresa, cuando Narciso envió el balón al pecho de Gallego, y éste lo desvió a su propia portería. Gallego tampoco olvidará esta eliminatoria, con sus dos penaltis de Gijón y su autogol de ayer. Pero estaba claro que nadie podía obarle el papel de protagonista a Pedro. Seguro que habría pagado para que Losada y Michel no redondeasen el 5-2.
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