Mujeres con autoridad
Aumenta el número de árbitros femeninos en el deporte español
Dicen que el buen árbitro es el que pasa inadvertido en un encuentro. Ellas, en cambio, cuando saltan al terreno de juego acaparan las miradas de todo el público, pero insisten en que son tan buenas como cualquiera de sus compañeros. Creen, por supuesto, en la igualdad del hombre y la mujer, y aseguran que cuando empiezan a pitar un partido todos se olvidan de que son mujeres. Cristina Pérez Piñeiro, Pilar Landería y Rocío Álvarez Margüenda son tres mujeres con autoridad, que dirigen encuentros de balonmano, baloncesto y fútbol.
Las mujeres árbitro no se libran de la agresividad del público ni, por supuesto, de los insultos "En esos momentos, al protestar los espectadores una jugada, es cuando me siento más igual a los hombres. Antes del encuentro todo son galanterías y piropos y amabilidades, pero cuando comienza el encuentro te insultan y te intentan agredir como si fueras un hombre", cuenta Cristina Pérez Piñeiro árbitro de la División de Honor de balonmano. "Lo que también hacen es recordarme continuamente mi condición de mujer en tono ofensivo. Recurren a lo que más nos duele para insultarnos. A mí me han llamado de todo, pero quizá lo que más me ha molestado ha sido que me llamen Sabrina. Mientras haya mujeres como ella, saldremos todas perjudicadas".
Maestra en paro
Cristina tiene 25 años y es maestra en paro. Ahora prepara oposiciones. Los fines de se mana hace las maletas y arbitra el partido al que le manda el colegio de árbitros. Por cada partido cobra 18.000 pesetas. "Es una actividad que se hace como afición, no como profesión, aunque yo me la tomo muy en serio". Cristina alcanzó la categoría de honor el pasado verano, después de hacer un curso de preparación en el que tuvo como profesor, entre otros, al actual seleccionador nacional, Juan de Dios Román. "Siempre me ha gustado el deporte. Comencé haciendo atletismo, pero luego me pasé al balonmano. He sido jugadora, entrenadora y ahora árbitro. Al pasar a la categoría de honor tuve que dejar de entrenar y jugar. Fue la decisión más dura de mi vida".Pilar Landeira jugaba al balonmano cuando estudiaba en Cáceres. En el colegio le dieron a elegir entre balonmano, baloncesto o voleibol. Al regresar a Madrid decidió quedarse con el baloncesto y ser árbitro. Lleva ya 13 temporadas, "o son 14, bueno no me acuerdo", cuenta despistada Pilar, que es la más veterana entre sus compañeras. "Estoy en la división de Primera B". Pilar arbitra indistintamente a hombres y a mujeres, aunque dice que hacerlo a los chicos es más fácil. "Técnica mente son mejores, y para un árbitro es más fácil porque puedes dejarles que sigan una jugada dificil, y a las chicas no". El público del baloncesto también recurre a su condición de mujer a la hora de insultar. Pilar tiene 29 años y es bióloga. En el colegio de árbitros conoció a Pedro, su marido, que, como ella, se dedica a arbitrar en la división B. "Pedro está encantado de que me dedique a esto".
Hijo de árbitro
En casa, Rocío Álvarez Margüenda no oía hablar de pequeña de otra cosa que no fuera el fútbol y el arbitraje. Su padre, árbitro de Primera división, se sentaba los domingos por la noche frente al televisor y, con su hermano, comentaban las jugadas del programa Estudio estadio. Un día, Rocío, una andaluza de 19 años, sorprendió a todos los miembros de su familia anunciando que quería ser árbitro como su padre y su hermano. "Al principio se quedaron un poco impresionados. Pero en seguida me sumé a la tertulia de los domingos y mí padre me ayudaba a ver cuáles eran las -jugadas correctas e incorrectas".Rocío tiene la simpatía de las mujeres andaluzas, pero quienes la han tenido como árbitro en Tercera Regional aseguran que es muy dura y que saca muchas tarjetas rojas. "Problemas en los campos he tenido como todo el mundo, pero ninguno grave. De todas formas, yo no me asusto". Rocío quiere llegar lejos en el mundo del arbitraje y para ello se prepara. Es toda una deportista, que practica atletismo y tenis. Es rápida y sigue bien el juego: "Antes de salir al campo, cuando se enteran de que les va a arbitrar una mujer, se rien. Lo normal es que siempre haya alguno que intente ligar. Luego, en el terreno de juego, todos se ponen muy serios, porque si alguien intenta algo le saco una tarjeta roja".
El único enfrentamiento que se ha producido en España entre Carl Lewis y Ben Johnson el año pasado, en Sevilla, estuvo controlado por Concha González Escala. Ella es una de las muchas mujeres que pertenecen al Colegio de Jueces y Cronometradores de Atletismo cuyo porcentaje está establecido en un 20%. Dolores Castro también estuvo ese día en las pruebas, se encargó de la longitud: " No tuve más remedio que parar la prueba, porque nadie quería saltar, todos querían ver correr a Johrison y a Lewis".
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