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Reportaje:

El timo del cajero automático

Los bancos no se hacen cargo de estos robos, que son fruto de la picaresca

El cliente llega al cajero, opera con su tarjeta de crédito, obtiene el recibo y la devolución de la tarjeta, pero el dinero no sale por ninguna parte. El cliente se inquieta, mira por todas partes y piensa que es un fallo de la máquina. La policía considera que el timo del cajero es difícil de descubrir. Los bancos no se hacen cargo de este robo, producto de las infatigable imaginación de los pícaros. El truco es eficaz e ingenioso. Consiste en sellar con silicona o pegamento la abertura por la que sale el dinero, esperar a que el cliente abandone el banco y pasar a recogerlo.

Vuelve el sistema de robo en los cajeros automáticos bancarios mediante el uso de pegamento o silicona. A las siete de la tarde del día siguiente al de Reyes del presente año, el joven trabajador del túnel de lavado de coches situado en la madrileña calle de Santa Engracia, número 48, Fernando Martín Sánchez, presenció cómo dos delincuentes manipulaban y extraían dinero de uno de los cajeros que la Caja de Madrid tiene en la plaza de Celenque con la ayuda final de una cuchilla.Previamente, los rateros, al acecho, habían colocado silicona en la línea de salida de los billetes antes de que el próximo cliente solicitara de la máquina cierta cantidad en metálico. Fernando Martín llegó allí aquella tarde, a tiempo de encontrarse con un señor que, airado, protestaba porque el cajero le había descontado en el recibo la suma pedida sin que el dinero requerido hubiese salido en ningún momento del cajetín.

El afligido individuo se dirigió entonces al vigilante nocturno de Prosegur que se hallaba de servicio en dichas dependencias bancarias para mostrar sus quejas, pero éste le aconsejó que las presentase en horas de oficina a los administrativos del establecimiento. El vigilante jurado desapareció dentro de la entidad, y aquel señor se fue refunfuñando.

Una simple cuchilla

Al instante, dos hombres "de mal aspecto" se dirigieron al cajero que había funcionado, en principio, tan mal. Fernando Martín observó la escena, mirando de reojo junto a otro de los teclados que la Caja de Madrid posee en la zona. "Mis dudas se confirmaron", insiste el testigo. "Vi muy claramente que, con una cuchilla, cortaban la capa de pegamento que impedía la salida del dinero de las entrañas del ordenador. Luego sacaron los billetes con un alambre".Esta modalidad de hurto resulta difícil de descubrir por la policía, al no ser tan aparatosa como los desgraciados apuñalamientos, a semejanza del último ocurrido el pasado 31 de enero en Madrid.

La víctima, Miguel Ángel Toril Gómez, de 23 años, resultó gravemente herida de una puñalada recibida en el abdomen, después de serle sustraídas las 25.000 pesetas que acababa de sacar del cajero automático.

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"El truco del pegamín es incruento y de guante blanco", explica la Policía Nacional. "Y a no ser que esté sobre aviso, a nadie se le ocurre denunciar en comisaría que el cajero se tragó los billetes pedidos".

Por su parte, las entidades bancarias consideran que el capital está fuera de sus arcas, aunque se quede a las puertas del cajetín, y, por tanto, no se hacen responsables de que la identidad del tomador último sea la correcta.

Además, ninguna de las entidades de crédito y ahorro consultadas ha reconocido que se produzcan casos como el relatado entre sus clientes. En Barclays Bank, al menos, admiten que "es posible que suceda aunque sea difícil". La utilización de sustancias pegajosas para detener la apertura de la ventanilla de estas terminales bancarias y desbloquearlas después impunemente se extendió entre la delincuencia el año pasado.

Medidas de seguridad

De tal modo que durante el cuarto trimestre del año pasado, en la Academia de Estudios de Seguridad para la Policía Local de la Comunidad de Madrid, algunos profesores pusieron en antecedentes al alumnado de la nueva picaresca. Y "a finales de diciembre", señalan fuentes de la Caja de Ahorros de Madrid, "modificamos todos nuestros cajeros para impedir su manipulación con silicona"Al parecer, el modelo de cajero automático de la marca Phililps era el más indefenso ante esa intervención fraudulenta, por lo que se optó por otros diseños del estilo de IBM y NCR, que disponen de un proceso moderno de chequeo electrónico para detectar si la ventanilla de retirada de los billetes está bloqueada o es objeto de algún tipo de manipulación.

Si os dispositivos electrónicos del aparato advierten alguna animalía, el cajero "cae de línea" y deja de funcionar hasta ser revisado por los técnicos, sin expedir el dinero y sin que al cliente se le anote en cuenta el pago de cantidad alguna, según fuentes de las empresas financieras,

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