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Rateros bajo el asfalto

Hay estaciones de 'metro' preferidas por navajeros, carteristas y gamberros

La red del metro, con sus estaciones, sus largos pasillos y sus empinadas escaleras mecánicas, constituye toda una ciudad bajo el asfalto de Madrid. Desde hace tres meses, la policía dispone de una comisaría dedicada en exclusiva a la prevención y la persecución de la delincuencia en este medio de transporte. Así ha podido elaborar una especie de mapa en el que hay tres puntos negros: los atracos a viajeros, los robo; de carteras y los daños causados por los gamberros. Cien vigilantes privados y 30 policías son los encargados de la seguridad de los pasajeros.

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La comisaría del Metro, que tiene su sede en la estación de la Puerta del Sol, empezó a funcionar hace tres meses y medio. Durante este tiempo ha tramitado ya unas 700 denuncias y ha detenido a una treintena de chorizos.El análisis de todos los casos delictivos conocidos desde que se inauguró este nuevo servicio policial permite confeccionar un mapa de la delincuencia que actúa en el metro. En él destacan, los robos por el procedimiento del tirón y las sirlas (atracos con navaja), los hurtos de carteras y bolsos, y los daños causados en las instalaciones por gamberros y desaprensivos.

La línea más caliente es la de Herrera Oria-Pavones, seguida de la de Cuatro Caminos-Laguna y la de Fuencarral-Avenida de América. El inspector jefe José Manuel Marco, responsable de la comisaría del Metro, explica que "en estos trayectos hay pasillos muy largos y muchas escaleras, lo que favorece el trabajo de los atracadores y tironeros".

En las estaciones en las que es preciso aridar con más ojo frente a los asaltantes y tironeros son las de Diego de León, Avenida de América, Núñez de Balboa, Velázquez y Sainz de Baranda, donde se observa una creciente actividad por parte de esos chorizos, preferibiemente contra mujeres que caminan solas a la caída de la tarde.

Otros puntos conflictivos son las estaciones de Plaza de Castilla y Chamartín, donde los cacos saquean a los extranjeros que llegan o salen de Madrid por vía férrea. Este tipo de delincuencia también golpea con fuerza en las estaciones de Gran Vía, Callao, Sevilla y Banco, zona en la que opera un grupo de chiler os que no duda en dar una paliza a algún viajero que minutos antes ha retirado dinero de a'guna de las numerosas oficinas bancarias existentes en el centro de la capital.

Hurtos y destrozos

Los hurtos ocasionados por los carteristas soa otro capítulo importante dentro del mundo que palpita en las entrañas de la gran metrópoli. El inspector jefe Marco señala que "la línea Plaza Castilla-Portazgo es la que bate el récord, ya que en ella se registra, el 60%. de los hurtos que hay en el metro". El tramo más peligroso es el comprendido entre los apeaderos de Gran Vía y Atocha, donde hay mucha afluencia de pasajeros.

También en las estaciones de Plaza de Castilla y Chamartín, ambas muy cotizadas para los navajeros y tironeros, se dan condiciones inuy favorables para el trabajo de los carteristas. Esto haceque en ellas haya casi de forma permanente una abundante regresentación del mundo del hampa al acecho del pringao (la víclima).

El tercer punto negro de la red del Metro lo constituyen los daños en las instalaciones. La línea más castigada es la de Legazpi-Moncloa, principalmente en el sector comprendido entre esta última estación y la de Plaza de España. "Los destrozos", dice Marco, "los ocasionan grupos de jóvenes que en los fines de semana acuden a las discotecas que hay en esa zona".

Los días que se celebra partido de fútbol en el estadio S antiago Bernabéu suelen producirse algunas gamberradas en las estaciones de Lima, Nuevos Ministerios y Cuzco. Pero si el encuentro tiene como escenario el campo del Vicente Calderón, los daños se registran en Pirámides, Marqués de Vadillo y Acacias.

En el metro madrileño no se cometen violaciones ni abusos deshonestos, en contra de lo que sucede en otras capitales europeas o norteamericanas, según fuentes policiales, que, sin embargo, no descartan que algún pasajero aproveche la ocasión para aproximarse en demasía a la joven que viaja al lado.

"Es difícil evitar que los sobones ", dice el jefe de seguridad del Metro, "no se aprovechen de los empujones para tocar carne'. Sin embargo, estas persoilas deben andar con cuidado si no quieren que les pase lo que a une que recientemente fue sorprendido cuando se propasaba: los amigos de la joven le molieron a golpes dentro del vagón y después le arrojaron al andén nada más abrirse las puertas.

Sin billete

El sistema de seguridad puesto en marcha desde hace unos cuatro meses en el metro de Madrid es similar al que funciona en París. La vigilancia del ferrocarril de la capital francesa la ejercen unos 300 vigilantes, apoyados por un grupo de policías que pertenecen a la comisaría instalada en La Bastilla.

Uno de los principales problemas del metro parisiense es el alto número de personas que viajan sin billete. Pero la Compañía Metropolitano de Madrid, integrada en el Consorcio Regiomal de Transportes, tiene mejor fortuna. Sus portavoces aseguran que durante 1988 tan sólo fueron sorprendidos 1.083 persimas que viajaban por la cara.

Los responsables del metro madrileño niegan que éste se halle tomado por los mendigos y vendedores ambulantes. "Quien piense esto", dicen, "que se dé una vuelta por París, donde hay hasta vendedores de perritos calientes".

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