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Jugadores y directivos evitan el linchamiento de un árbitro

Santiago Segurola

Los jugadores y directivos del Peña, equipo bilbaíno que milita en la categoría regional preferente, evitaron el pasado domingo el linchamiento del árbitro Javier Hernando a manos de un numeroso grupo de aficionados, que estaban enfurecidos por la actuación del colegiado en el partido Peña-Ermúa. Hernando, que tuvo que huir a la carrera del rectángulo antes de concluir el encuentro, fue agredido por los fanáticos en un sendero situado en las inmediaciones del campo. Una ambulancia, escoltada por varias dotaciones de la Ertzaintza y el cuerpo nacional de policía, le trasladó al hospital de Basurto, donde se le apreció una herida en la cabeza, una fuerte contusión en el hombro derecho y numerosos hematomas.

Los sucesos comenzaron inmediatamente después de que el Ermúa consiguiera el empate a un gol, tanto que llegó en el minuto 98, o sea cuando ya se llevaban disputados ocho correspondientes al descuento por las pérdidas, de tiempo, y en posible fuera de juego, lo que encrespó los ánimos del público local. En ese momento, un grupo de espectadores saltó al terreno en busca del colegiado, que se vio obligado a correr hacia un monte cercano. Un aficionado, armado con un ladrillo, cortó la huida de Hernando, que cayó por la ladera y fue alcanzado por los perseguidores.

"Da Igual vivo que muerto"

Gallego y Zamora, jugadores del Peña, evitaron la agresión multitudinaria, aunque no lograron impedir que los exaltados propinaran varios golpes al colegiado. Gallego desarmó a un aficionado que se disponía a golpear al árbitro con una piedra. Zamora se arrojó sobre Hernando para evitar nuevas agresiones. Algunos presentes se mostraban dispuestos a arrojarle al río Nervión, muy cercano al campo, e incluso uno de ellos llegó a sugerir medidas definitivas: "Al Peña le van a sancionar igual si le matamos o le dejamos vivo. Pues lo matamos, porque no hay derecho a que tipos como éste sigan arbitrando en el fútbol"La violencia se rebajó con la llegada de los directivos del Peña, que lograron rescatar al árbitro del inicio de un linchamiento. El masajista del Peña le atendió en los vestuarios hasta la llegada de los vehículos de la Ertzaintza y el cuerpo nacional de policía.

Hernando, un joven de 24 años de edad, de fuerte complexión física y practicante habitual de karate, declaró que no había pasado miedo, aunque sí se había sentido impotente, y que el descuento estaba motivado por las numerosas pérdidas de tiempo que se habían acumulado durante el encuentro.

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