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Libia torea a los periodistas

MOUNA NABAA (AFP), Órdenes y contraórdenes de las autoridades libias, que la víspera habían pedido a los periodistas que el domingo abandonasen el país, se sucedieron durante toda la mañana de ayer en Trípoli, desconcertando totalmente a los 250 enviados especiales presentes estos días en, Libia.

A las 8 de la mañana del domingo, varias decenas de periodistas hacían ya cola ante la sede del hotel Kabir, cuartel general de la prensa internacional en Trípoli. "Los coches van a salir, ustedes deben tomarlos imediatamente. Todo el mundo tiene que estar en el aeropuerto a las 10.00", indicaban los responsables del Ministerio de Información. "Libia pagará los billetes. Elijan los destinos y los enlaces de sus vuelos. Nuestros comités les atenderán en el aeropuerto".

Algunos periodistas se hacían los sordos, y trataban de perderse por el hotel, con el pretexto de ir a comprar los periódicos.

Mediodía. Unos quince periodistas extranjeros están todavía allí. La corresponsal de la agencia France Presse entra en contacto con el embajador de su país, quien se interesa por su situación ante las autoridades. Los periodistas, le dicen, son bienvenidos y no se les pide que se vayan. "Le llamaremos", responden.

La orden de que abandonaran Libia la habían dado los funcionarios el sábado por la tarde, después de una frustrada visita de los periodistas a la fábrica de productos químicos de Rabta, a unos 70 kilómetros de Trípoli.

Al revés y contra lo que vieron todos, el periódico Al Fajr al Jadid contaba ayer que los enviados especiales se habían reunido con los ciudadanos árabes, con las familias libias y con los médicos y los farmaceúticos de la fábrica. Y añadía que los periodistas habían podido ver con sus propios ojos que allí no se fabrican armas químicas.

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Los periodistas habían sido víctimas de una superchería. No habían podido ver el complejo sino de lejos y al anochecer. Las baterías antiaéreas lo protegen a una distancia de dos kilómetros. Los autocares de los periodistas no pudieron traspasar los muros del complejo. Esa misma tarde, al volver a Trípoli, recibieron la orden de abandonar el país. "Su misión ha acabado una vez que han visitado la fábrica de Rabta", les dijeron.

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