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El Pozo brilla con luz propia

786 14 04. El hijo de Salud Sánchez, de 72 años, marca el teléfono y deja un mensaje en el contestador: "Que en la cocina de mi madre no funciona el fluorescente. A ver si podéis venir a arreglarlo".

Minutos después, el gerente de la Cooperativa Eléctrica del Pozo, Juan José Méndez, se acerca hasta la casa, se sube en una silla y da unos toques mágicos al fluorescente.

¡Hágase la luz!.

Y la cocina de Salud Sánchez brilla como una patena.

Marcha atrás en el tiempo. Era la Nochebuena de 1958, y los sufridos habitantes del Pozo se disponían a enterrar definitivamente el candil y el carburo. La Cooperativa Eléctrica del Pozo, la compañía más singular de cuantas funcionaban en Madrid, estaba a punto de regar de luz las 2.000 chabolas del Pozo del Tío Raimundo.

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El rayo milagroso no llegó a la mitad de los hogares: una sobrecarga de las instalaciones rompió en pedazos la ilusión de los vecinos.

Pero al día siguiente salió mejor. La cooperativa, que empezó con dos electricistas y un cobrador que iba casa por casa, fue creciendo hasta llegar a los 18 empleados. Hoy ocupa una nave industrial en la calle de Cabo Tarifa y suministra luz a 2.380 hogares del Pozo, convertido ahora en un moderno barrio residencial.

El presidente de la Cooperativa Eléctrica del Pozo fue también el primer alcalde democrático de la dictadura, el señor Horacio, allá por el año 1956. Aunque quien estuvo detrás del invento fue el padre Llanos, verdadero motor eléctrico de este singular barrio.

Unión Eléctrica Fenosa suministra la electricidad a la cooperativa y le pasa factura con una tarifa reducida cada dos meses. La Eléctrica del Pozo cobra luego un 15% menos que el resto de las compañías a sus clientes.

Ninguna compañía le llega a los talones a la Eléctrica del Pozo cuando se trata de dar servicio urgente. Y es que la cooperativa satisface cientos de llamadas, algunas mucho más elementales que la de Salud Sánchez. Como aquélla de: "Oiga, que se me ha caído una teja. ¿Qué hago?".

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