Exceso de celo
Sesiones como esta que ha cerrado el ejercicio 1988 confirman la necesidad de una reforma a fondo del sistema de contratación, aunque es preciso señalar que los excesos (de algunos cuidadores y grupos contaron con la complicidad general y la ausencia, casi absoluta, de órdenes vendedoras. En algún caso, un único tomador de un valor aguardó a los segundos finales del como para subir el nivel de la cotización ante el asombro de los vendedores, pero en otros, los intentos de mejora chocaron con una firme presencia vendedora que impidió la subida.El nivel del negocio mejoró sensiblemente en esta sesión, debido a estos generosos esfuerzos de las sociedades y los grupos financieros por terminar el año en un nivel más vistoso para sus accionistas, algo que no todos consiguieron pues son numerosos los valores que se encuentran muy cerca de sus cambios mínimos anuales.
El índice general se despide con una plusvalía del 20,79%, superado ampliamente por varios y construcción, y algo más ajustados inversión y banca. Muy por debajo de esa cifra quedan siderúrgicas, alimentación, eléctricas y químicas, lo que indica que serán pocos los inversores que hayan conseguido acertar con los valores adecuados, y explica la generación de minusvalías que ha caracterizado este final de ejercicio.
La situación para la semana entrante era confusa, pues nadie pensaba que los apoyos se puedan prolongar por más tiempo, aunque también habrá que tener en cuenta que las operaciones de venta pueden haber terminado. En cualquier caso, esta sesión ha sido como el principio de la fiesta del final de un año que sólo puede considerarse como regular.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.