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Nochebuena polaca en Segovia

Un centenar de refugiados pasan sus primeras Navidades en España

Un centenar de refugiados políticos polacos residentes en Segovia está viviendo estos días sus primeras Navidades en España, pero al estilo tradicional de su país. Por ejemplo, la cena de Nochebuena está compuesta por 12 platos distintos. Sin embargo, ninguno es de carne, por guardarse vigilia. Y no se bebe alcohol hasta el día de Navidad.

Krzygztof Kanigowski, estudiante de Económicas, y Waldemar Wotcieehowski, deportista especializado en lucha grecorromana, ambos de 21 años, comparten un piso en la ciudad con Agnieszka, Robert, Dorota, Grzegorz y Beata, estudiantes y trabajadores refugiados, con edades entre los 20 y los 25 años, algunos de ellos, dispuestos a contraer matrimonio el próximo mes de enero.En la mesa de estos siete polacos, a quienes acompañarán otros refugiados que están solos y algunos familiares llegados especialmente para la ocasión, habrá una silla vacía y un cubierto para la llamada persona desconocida. En una de las esquinas de la habitación, el tradicional árbol de Navidad con los regalos y una referencia al Dziadek Mroz (Abuelo Congelado, o Papá Noel como se le conoce en España). En la cena de Nochebuena, según explican Krzygztof y Waldemar, los comensales se dan las gracias y hacen una comunión con pan de ángel. A falta de carne por la vigilia, los 12 platos distintos se condimentan a base de pescados, frutas y dulces. Y a falta de alcohol, los asistentes tomarán sólo algo de té o café.

La cena comienza muy pronto, sobre las cinco de la tarde, cuando salen las primeras estrellas, para que luego dé tiempo a visitar a otras familias. Posteriormente asistirán a la Misa del Gallo o pasterka, como se la denomina en Polonia. Allí, los que por enfermedad no pueden acudir a la pasterka siguen por la televisión oficial o por la radio la misa papal que se retransmite desde el Vaticano.

Una nueva vida

Para los refugiados polacos éstas serán sus primeras Navidades lejos de sus seres más queridos, pero coinciden en señalar que este abandono, que, en algunos casos se puede prolongar por dos años, merece la pena, puesto que tratan es de buscar otra vida, para ellos mejor que la de su país y con más libertad, aunque como en el caso de Waldemar hayan tenido que dejar en Polonia a su esposa y a un hijo de corta edad.Cruz Roja de Segovia concede todos los meses ayudas a 106 refugiados políticos polacos, 17 familias completas, que no sobrepasan las 54.000 pesetas si se trata de un matrimonio con más de tres hijos. Comenzaron a llegar este verano, tras salir de su país como turistas, y utilizan una capital pequeña porque es más ágil la concesión de ayudas oficiales y el papeleo de la policía. En la comisaría de policía se declaran refugiados políticos y dicen estar perseguidos por el régimen polaco del general Jaruzelski y que son militantes del sindicato clandestino Solidaridad.

Segovia, al igual que otras capitales con casos similares, es utilizada por los refugiados para luego emigrar a Canadá, Estados Unidos o Australia. Para Krzygztof deberán pasar casi dos años antes de poder ir a Canadá, el tiempo suficiente como para ahorrar unas 500.000 pesetas, cantidad que le exigen antes de entrar en aquel país. Este joven polaco dice que para ir a Estados Unidos no hay que ahorrar dinero porque las autoridades norteamericanas no lo exigen, pero se da preferencia a los polacos que en su país han sido más activistas políticos.

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Cuando hayan conseguido asentarse en el país donde van a permanecer el resto de su vida, aún deberán pasar varios meses hasta que se reúnan con ellos sus familias, una vez que las autoridades polacas les permitan salir.

Mientras, se van integrando con la población segoviana, a veces conviviendo con familias a las que prestan servicios domésticos a cambio de techo y algo de comida. Y a la vez que se produce esa integración, mantienen las señas de identidad de su origen polaco, también en Navidad.

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