Becker ganó su primer Masters tras casi cinco horas de intenso juego
EMILIO PÉREZ DE ROZAS ENVIADO ESPECIAL, El alemán occidental Boris Becker se convirtió ayer, por vez primera en su vida, en maestro del tenis mundial al conseguir vencer al checoslovaco Ivan Lendl en la final del Masters de Nueva York, presenciada en directo por 17.792 personas. Becker ganó por 5-7, 7-6 (7-5), 3-6, 6-2 y 7-6 (7-5), después de que la última bola rozara la red y cayera en campo de Lendl. Fueron cuatro horas y 42 minutos inolvidables, apasionadas y apasionantes, de intenso juego.
Meses de sacrificio, semanas de entrega, horas de apasionante tenis acabaron decidiéndose de la forma más injusta que pueda terminar un partido de tenis: con la pelota golpeando la red, ni siquiera eso, la cinta blanca, y cayendo del lado del perdedor.El cheque de 835.000 dólares que le entregaron a Becker, 93.520.000 pesetas -"Es la primera vez que veo un cheque por esta cantidad; denme dos minutos para que lo examine", comentó Boom boom antes de responder a la primera pregunta una vez concluido el encuentro-, fue la prueba más evidente de que aquel punto vale millones, un montón de millones.
Vibrante
Para llegar a ese momento, para que los dos tenistas, Lendl, el número dos del mundo, y Becker, el número cuatro, tuvieran opción de ser proclamados maestros, pasaron cosas hermosas, cosas aburridas, justicias a injusticias. De todo. Pero todo vibrante, con sabor a final de año. Lendl, por ejemplo, había ganado el primer set castigando el revés de Becker y rompiéndole el servicio en el quinto y decimoprimer juego, y el alemán logró mantenerse con vida hasta el decimosegundo gracias a que recuperó uno de sus saques en el sexto (7-5). El checoslovaco también se adjudicó el tercer set (6-3) con la facilidad de que su rival estrellara tres pelotas en la red.
Boom boom había respondido con dos triunfos en el segundo y cuarto. Uno logrado en el tie break, al que se llegó al negarse ambos a ceder su servicio. Becker no dejó de dominar a Lendl y, por tanto, fue un justo vencedor por 7-6 (7-5). La otra manga que se adjudicó para tener posibilidad de llegar al quinto y definitivo set fue la cuarta (6-2), tras romper el servicio de su rival en el segundo, sexto y octavo, tras cederlo en el séptimo.
Y con esas credenciales y un público desenfrenado, incapaz de reprimir su adoración por Becker y su crispación contra Lendl, se llegó a la quinta manga. Parecían descontentos de lo que habían hecho. Debieron, incluso, de pensar que todavía podían añadir más emoción al espectáculo y para demostrarlo llegaron al empate a cinco sin ceder su servicio. Fue Becker el primer en poner la piel de gallina al público al ceder el servicio con una doble falta. Pero Boom boom recuperó el saque arriesgando, subiendo a la red como si de la final de Wimbledon se tratase. Y empató a seis. Y se llegó al último tie break.
Un año de viajes, hoteles, partidos, sets y cheques iba a decidirse de repente. Lendl le rompió el saque a Becker en el primer tanto, pero el alemán lo recuperó en el siguiente. Los dos estaban ya temblando y la rotura se repitió cinco veces más, hasta que Becker, con el 6-5 a favor, tuvo opción de ganar con su saque.
El marcador recordaba que los dos podían ganar. Las luces de uno y otro lado del cantaban así la igualdad: 7-5, 6-7 (5-7), 63, 2-6 y 6-6 (6-5). Becker estaba a sólo un punto del éxtasis y Lendl, únicamente a tres. El checo logró restar el potente servicio del alemán y ambos decidieron pelotear con dureza, colocación y efecto desde el fondo de la pista. Hubo un total de 37 golpes, que no parecía tener fin hasta que un revés paralelo liftado del alemán tocó en la cinta y cayó en campo del perdedor. Fue Lendl el primer en darse cuenta de lo que había pasado. Antes que el público, antes que el propio Becker.
Fue un tanto llorón, en el que la bola lamió, besó, la cinta antes de acabar con Lendl. "Estás tan atrás que no ves nada", comentó al final Lendl, "pero recé para que no cayera de mi lado. A ella le importó muy poco y lo hizo".
Becker quedó estupefacto. "Tardé en darme cuenta de lo que había sucedido", dijo. "El último tie break lo jugué sin fijarme apenas en el tanteo. Tocaba la bola y corría, tocaba la bola y corría. El último punto ni siquiera lo ví. Es más, en un primer instante pensé que había caído de mi lado".
Lendl despide el año sin corona. Mats Wilander ganó en Australia, París (Roland Garros) y Estados Unidos; Stefan Edberg se adjudicó el torneo de Wimbledon y Becker le quitó el Masters. Lendl, todo osadía, todo orgullo, debió dormirse ayer pensando que la venganza de sus tres grandes rivales había sido excesiva. El Open de Australia está a la vuelta de la esquina y Lendl demostró ayer que está listo para reemprender el vuelo.
Masters de dobles
El Masters de dobles se inicia hoy en el Royal Albert Hall de Londres. Los españoles Emilio Sánchez Vicario y Sergio Casal (cabezas de serie número 4) se enfrentan en su primer partido del torneo, precisamente, a los números 1, los norteamericanos Kne Flach y Robert Seguso, sus vencedores en Seúl. En el mismo grupo rojo también juegan hoy Jorge Lozano-Todd Witsken (México-Estados Unidos, 5) y Kelly Evernden-Johan Kriek (Nueva Zelanda-Estados Unidos, 8).
En el grupo azul los partidos serán: John Fitzgerald-Anders Jarryd (Australia- Suecia, 2)- Rick Leach-Jim Pugh (Estados Unidos, 3) y Piet Aldrich-Dannie Visser (Suráfrica, 6) -pareja que al parecer no ha tenido problemas pese a su nacionalidad-, contra Marty Davis-Brad Drewett (Estados Unidos-Australia, 7 ).
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