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Optimismo oficial español sobre las futuras relaciones con la Administración de Bush

Francisco G. Basterra

Existen las bases para un mejor entendimiento entre el Gobierno español y la nueva Administración de George Bush, dijeron fuentes diplomáticas tras los primeros contactos entre un enviado de Felipe González y asesores del presidente electo mantenidos el lunes y el martes en Washington. Una visita de Bush a España sería muy deseable, añadieron las fuentes.

Los españoles hablan de "mejores perspectivas para intensificar y desarrollar la relación bilateral" tras la entrevista entre Juan Antonio Yáñez, asesor para Asuntos Internacionales de Felipe, y el consejero de Seguridad Nacional de Bush, Donald Gregg. Pero Yáñez, que también se ha entrevistado con Colin Powell, consejero de Seguridad Nacional de Ronald Reagan, no ha extendido invitación alguna a Bush ni ha tratado de un eventual viaje oficial de González a Washington.El paso de Yáñez por Estados Unidos, programado para coincidir con las elecciones y asistir a un seminario internacional en Florida, ha servido para revelar la existencia, desconocida hasta ahora, de un buen entendimiento entre Bush y Felipe González. Según fuentes españolas, los dos políticos se conocen bien, lo que consideran un buen augurio.

Se han visto cara a cara, y no sólo para hacerse la foto, en cuatro ocasiones. En 1983, con motivo del viaje oficial de González a EE UU. También ese mismo año, con motivo de la toma de posesión del presidente argentino, Raúl Alfonsín, tuvieron una larga conversación. en la Embajada española en Buenos Aires. Hablaron en profundidad de los problemas de Latinoamérica.

En 1985, otra vez en Washington, Felipe, que vino a pronunciar una conferencia en el Wilson Center, requirió una entrevista con Bush y volvieron a hablar de América Latina y de Oriente Próximo. Y finalmente, en marzo de 1986, se encontraron en Lisboa, en la toma de posesión de Mario Soares como presidente. Entonces, según pudo saber EL PAÍS, Felipe calmó los temores de la Administración norteamericana ante el referéndum sobre la permanencia de España en la OTAN, que se celebró unos días después.

Felipe González y Bush pueden encontrarse en alguna capital europea en los primeros meses de 1989 si, como se espera en Washington, el nuevo presidente realiza un viaje a Europa para celebrar una reunión con los dirigentes de los aliados de la OTAN. Un viaje de González a Washington, donde no ha estado en visita oficial desde mayo de 1983, es posible antes de que España concluya, el 1 de julio, la presidencia de las Comunidades.

Vendría aquí como presidente de los doce, pero también como jefe del Gobierno español. Antes está previsto un vía e a Washinton del ministro español de Asuntos Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez. Fuentes diplomáticas subrayan que, aunque la relación con Washington es importante y no será desdeñada por el horizonte europeo es pañol, la relación está ya encuadrada en el marco atlántico y europeo y los perfiles bilaterales pierden cierta importancia.

Clima positivo para España

La culminación del acuerdo sobre las bases deja atrás el principal y único contencioso entre Madrid y Washington, que permite hablar de una "nueva etapa". Aunque por parte estadounidense se observan aún algunos recelos, los españoles, tras el viaje de Yáñez, aseguran que el clima es muy positivo y favorable para nuestro país. Pero las autoridades españolas, lógicamente obsesionadas ahora con Europa, no tienen definida aún cómo debe ser la relación con el Estados Unidos pos-Reagan. Hablan vagamente de ampliar la relación cultural, técnica y científica, abandonando la hasta ahora casi exclusiva dependencia de los factores militares.A su regreso hoy a Madrid, Yáñez informará a González de las perspectivas favorables para las relaciones entre los dos países y de la impresión recogida aquí de que la futura Administración no estará obsesionada tanto por Nicaragua y Centroamérica como la presidencia de Reagan. Se considera posible que Bush tenga una visión de, conjunto de Latinoamérica, sin hacerla depender del problema con los sandinistas. No desaparecerá, sin embargo, la preocupación por el istmo centroamericano, donde Bush ya ha prometido firmeza y una política de apoyo -no especificada- a la contra.

Yáñez también le comunicará al jefe del Gobierno la impresión dominante en Washington de que Bush tendrá como primera prioridad, al comienzo de su mandato, la lucha contra el doble y gigantesco déficit fiscal y comercial, sin que este reto le vaya a hacer abandonar la política ex terior. Y transmitirá la idea, con firmada en sus entrevistas, de que los condicionamientos económicos van a pesar mucho so bre la diplomacia de EE UU.

Yáñez tuvo también, en la sede de las Naciones Unidas, en Nueva York, entrevistas con el jefe del gabinete del secretario general, Javier Pérez de Cuéllar, y con el responsable de los con flictos regionales.

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