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Wall Street y el dólar caen a pesar de la bajada del déficit comercial de EE UU

Francisco G. Basterra

La reducción de casi 2.000 millones de dólares en el déficit comercial norteamericano en septiembre provocó un ligero suspiro de alivio ayer en Washington. Son las primeras noticias positivas desde que Bush fue elegido presidente, nueve días en los que la bolsa y el dólar han estado en caída libre por miedo a que el presidente electo no adopte las medidas drásticas y rápidas necesarias para enfrentar el doble déficit fiscal y comercial de Estados Unidos. Pero, a pesar de la mejoría, el dólar siguió cayendo y los mercados bursátiles se alarmaron.

La noticia con las cifras del déficit, aunque mejora las del mes de agosto, provocó sin embargo una caída de 38 puntos en el índice Dow Jones de la Bolsa de Nueva York y un nuevo desplome del dólar en los mercados internacionales. La advertencia del presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, de que las cosas no pueden seguir así y que el enorme déficit presupuestario "está destrozando los fundamentos de la economía norteamericana" envió ayer una señal de alarma a Wall Street.Greenspan sugirió que la inversión extranjera que está pagando de hecho los desequilibirios de este país, que vive del crédito exterior, puede detenerse. Y esto supondría la necesidad de subir los tipos de interés, que él controla, mayor inflación y una recesión, advirtió al testificar ante la Comisión Nacional de Economía que empezó ayer a debatir fórmulas para atajar el déficit fiscal.

La mejoría relativa de las cifras comerciales se debe en gran parte a la política iniciada por James Baker cuando era secretario del Tesoro de dejar depreciarse al dólar. Pero se duda ya de que un nivel más bajo de la divisa norteamericana tenga efectos apreciables y sí podría provocar una retirada de fondos extranjeros en EEUU, la subida por la Reserva Federal de los tipos de interés para evitarlo y una recesión anticipada debido al encarecimiento del precio del dinero. Bush ha tenido que salir al paso y afirmar en los últimos días que EEUU no busca la depreciación de la moneda y que defenderá, junto con los europeos y Japón, una paridad mínima acordada por el Grupo de los Siete países más industrializados (G7).

Un resurgimiento en las exportaciones norteamericanas permitió anunciar ayer al Departamento de Comercio un déficit de la balanza comercial para septiembre de 10.500 millones de dólares, todavía muy alto pero inferior a los 12.300 millones de dólares de agosto.

Más exportaciones

La reducción del déficit en un 15%, ya anticipada, se explica además de por la mejoría de las exportaciones por una ligera reducción de las importaciones que no presagia sin embargo un cambio cualitativo en el persistente apetito de los norteamericanos por los productos extranjeros. A pesar de que la Casa Blanca expresó inmediata satisfacción por las cifras, el déficit comercial para los nueve primeros meses se sitúa en una tasa anual de 137.200 millones de pesetas.En 1987 alcanzó un récord de 170.300 millones y en 1986 ascendió a 155.100 millones de dólares. El incremento en las exportaciones en septiembre, 700 millones de dólares (un 2,2%) se debe fundamentalmente a un tirón en las ventas de coches norteamericanos.

Bajaron por el contrario las ventas de aviones, equipos telefónicos y maquinaria eléctrica. Los norteamericanos compraron 600 millones menos de dólares en productos manufacturados, zapatos y acero, y 400 millones menos en petróleo. Las importaciones se redujeron, en relación con agosto, en 1.100 millones de dólares ascendiendo a 38.700 millones en septiembre. Pero volvieron a subir las importaciones de automóviles extranjeros.

Japón, como es tradicional, es el responsable principal de los números rojos comerciales. EEUU tiene con el país asiático un déficit de 4.100 millones de dólares. Sin embargo, es 700 millones menor que en agosto y el más bajo desde enero. Europa está vendiendo menos en EEUU. En septiembre el déficit con el viejo continente se redujo en más de 500 millones de dólares pero aún es de 800 millones.

George Bush ha hecho todo lo que puede, de momento, para calmar a los mercados internacionales que auguran una crisis financiera si el nuevo presidente no enfrenta con decisión, inmediatamente después del 20 de enero, fecha en la que tomará posesión, los gigantescos desequilibrios presupuestario y comercial. La noticia de la confirmación como secretario del Tesoro de Estados Unidos de su amigo y ex banquero Nicholas Brady ha sido recibida con satisfacción en los círculos financieros.

La tarea de Brady es calmar a los mercados mundiales y estabilizar el dólar. Con su confirmación el presidente electo ha señalado la continuidad de la política económica, pero al mismo tiempo su deseo de negociar inmediatamente los números rojos de las cuentas federales.

"Su experiencia en el Senado le concede una valiosa habilidad para trabajar eficazmente con el Congreso mientras preparamos un plan de reducción del déficit", dijo Bush al anunciar el martes que mantiene aBrady.

Ayer comenzaron las deliberaciones de la Comisión Económica Nacional, un órgano bipartidario, que recomendará al nuevo presidente fórmulas para atajar el déficit fiscal. Muy posiblemente le dirá que hay que subir los impuestos, a lo que Bush continúa negándose ya que fue una de sus pocas promesas electorales.

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