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EL SORTEO DE LA 'MILI'

Tecnología punta y 'litronas'

Carlos Yárnoz

C. Y. Las decenas de tenderetes y los centenares de litronas que ayer podían verse en los alrededores del antiguo Cuartel del Conde Duque, lugar elegido para el sorteo de la mili, pusieron el punto de contraste al gran despliegue de medios instalado por el Ministerio de Defensa para que la operación de distribuir a los 254.509 mozos resultase lo más rápida posible, con el fin de apaciguar los nervios de los animados jóvenes que se encontraban en el lugar.

Un complejo sistema informático hizo que, sólo tres minutos después de extraída la bola con la fecha clave de distribución, comenzaran a ser repartidas las hojas resumidas con los destinos de Madrid. Unos potentes ordenadores habían sido programados para que así sucediera. Sólo una hora más tarde, incluso existía ya una lista completa, por orden alfabético, de los 254.509 jóvenes con sus destinos, números de carné de identidad y llamamiento que les ha correspondido.

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El comandante Javier Jiménez Sobrino, destinado en el Cuartel General del Ejército de Tierra, ha dirigido estas semanas pasadas los trabajos técnicos para elaborar el complejo programa sobre los datos aportados por los tres ejércitos y por la Subdirección General del Servicio Militar. Para Jiménez Sobrino, la operación se realizó "exactamente como estaba previsto", por lo que la calificó de "un éxito".

La pantalla gigante de televisión -formada por 36 monitores- colocada en el patio del antiguo cuartel ponía otra nota de modernidad que poco tiene que ver con los sorteos provinciales que, en descampados junto a cuarteles o en campos de fútbol, se celebraban hasta dos años.

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Pero los vecinos de la zona no se enteraron de estos detalles de alta tecnología y, por el contrario, les levantó de la cama el bullicio que, desde las ocho de la mañana, según uno de ellos que vive en la Travesía del Conde Duque, se organizó en las calles cercanas al hoy centro cultural.

Los vendedores ambulantes debieron hacer un buen negocio ofreciendo múltiples artilugios, comida y bebidas, pero sobre todo, a juzgar por las airadas protestas del vecindario, las trompetas de plástico con los colores rojo y gualda. Hasta pasadas las 12 del mediodía, el ruido se percibía desde muchos metros del lugar. Después, en las aceras de las calles quedaron depositados centenares de botellas vacías de cerveza, restos de bocadillos, papeles del sorteo, panfletos antimilitaristas y vasos de plástico.

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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