"En Heysel odié a los 'jugadores del Liverpool"
El internacional italiano Cabrini recuerda la tragedia que ahora se juzga en Bélgica
Antonio Cabrini, uno de los más excelsos representantes de la larga tradición futbolística italiana, padeció en el vestuario y en el césped la negra noche de Heysel. El defensa internacional italiano defendió los colores de la Juventus de Turín frente al Liverpool, minutos después de la matanza que costó la vida a 39 seguidores italianos. Tres años más tarde, ha comenzado en Bruselas el juicio contra los supporters acusados de intervenir en aquella matanza. Cabrini confiesa que no pudo -contener el odio contra los jugadores del Liverpool.
Pregunta. Uno de los aspectos menos conocidos de aquella tarde es la vivencia de los sucesos en los vestuarios del estadio. ¿Tenían los jugadores información exacta de lo que sucedía en las gradas de Heysel?
Respuesta. Llegarnos al campo a las 18.45. El partido comenzaba a las 20.30. Visitamos el terreno de juego para comprobar el estado del césped. Todo parecía tranquilo. Después, los 11 titulares nos retiramos al vestuario. Los reservas permanecieron en el campo. Alrededor de las 19.05 escuchamos un ruido, una especie de rumor sordo, como si se hubiera desplomado un muro. Nadie en el vestuario pensé que aquello fuera grave. Poco después entraron nuestros compañeros y nos dijeron que se estaba produciendo incidentes en la curva Z. Hablaban de peleas y golpes, pero tampoco daban una gran trascendencia a la refriega. 20 minutos después, sobre las 19.30, comenzaron a llegar los hinchas de la Juventus. Nuestro vestuario estaba muy` cerca de la enfermería. Venían golpeados, sangrando, algunos casi desnudos. Vimos entonces que el asunto era muy serio. Poco después nos comentaron que había un muerto; luego, cinco; después, 10. Cuando saltamos al césped, pensábamos que habían muerto 10 personas, pero no sabíamos el número exacto de fallecidos.
P. ¿Qué ocurrió en el vestuario mientras llegaban las noticias?
R. Nosotros tomamos la decisión de no jugar aquel partido. No nos parecía justo disputar un encuentro con todos aquellos muertos en las gradas, pero los delegados de la UEFA prácticamente nos conminaron a jugar. Pasado todo aquello, creo que fue una decisión acertada. No creo que fuera una brutalidad. En mi opinión, si no hubiéramos jugado, aquello se habría convertido en una guerra.Tensión en el campo
P. ¿Cómo es posible controlar una tensión semejante en el vestuario y saltar después al campo para jugar?
R. La tensión varió de signo. Nosotros estábamos absolutamente mentalizados para luchar en una final de la Copa de Europa. Eso exige una extraordinaria tensión en todos los jugadores. Según recibíamos las noticias, la tensión varió hacia todo lo que estaba ocurriendo en los graderíos. En ningún momento recuperamos la concentración para el partido. Sólo estábamos pendientes de lo que sucedía fuera. Nos sentimos muy solos, abandonados, mientras la UEFA parecía no entender nada de lo que ocurría.
P. A la vista de su relato, cuesta creer que pudiera sobreponerse para jugar el partido.
R. Fue muy difícil mantener la calma. Cuando entré en el campo y vi a los jugadores ingleses, me resultó dificil verles como adversarios. Aquella noche, en Heysel, odié a los jugadores del Liverpool, aunque sabía que ellos no tenían nada que ver con lo ocurrido.
P. ¿Hablé con algún jugador del Liverpool antes del partido?
R. No, sólo después. Fue antes de retomar al hotel, mientras esperábamos el autobús. Grobelaar, el portero, estuvo charlando conmigo. Parecía muy afectado por los sucesos.
P. La UEFA prohibió que los clubes ingleses participaran en las competiciones continentales. ¿Está de acuerdo con ello?
R. Yo dejaría que los equipos ingleses jugaran en Europa, pero con la condición de impedir tajantemente que los supporters les acompañaran. Por supuesto, es una medida muy difícil de poner en práctica.
P. Hace pocos días comenzó en Bruselas el juicio contra los seguidores británicos acusados de intervenir en la masacre de Heysel. ¿Sigue el proceso?
R. Sí. Estoy al tanto de lo que ocurre en la Corte de Bruselas. Es un proceso muy complejo, francamente difícil de conducir.
P. ¿Qué momento de aquella noche le resultó particularmente dramático?
R. Después de que todo el estadio tuviera noticias del alcance del suceso, nuestros seguidores se crisparon. Querían atacar a los hinchas ingleses. En aquel momento, muchos de nosotros salimos del vestuario para aplacar los ánimos de los aficionados italianos que estaban situados en la curva opuesta a la de la tragedia. Unos nos decían que no jugáramos, otros nos pedían que lo hiciéramos. Muchos seguidores querían atacar a los ingleses, e incluso algunos amenazaban con disparar. Fueron unos instantes durísimos, de una extraordinaria tensión. Pero también ocurrió algo inesperado: una vez que los seguidores nos vieron y hablaron con nosotros, la crispación prácticamente desapareció. Fue una especie de liberación comunitaria.
P. ¿Considera que ha cambiado algo en el fútbol después de la tragedia de Heysel? ¿Ha cambiado su punto de vista sobre el espectáculo del fútbol?
R. Definitivamente aprendí que el mundo del fútbol no sólo es una cuestión deportiva. Creo que los aspectos políticos y sociales son más importantes en este universo del balón. El juego sólo es la punta del iceberg, cuya parte oculta dirige los destinos del fútbol. Es muy complicado el combate contra la violencia en el deporte, porque la mayor parte de esta batalla no depende del fútbol.
P. En algún momento antes de aquella tarde, ¿creyó que se podía producir una tragedia semejante?
R. Nunca. Imposible.
P. ¿Cree que hubo más culpables que los aficionados ingleses?
R. Desde luego, los representantes del orden público tuvieron una gran responsabilidad en los hechos. Me refiero a la policía y a la UEFA.
P. ¿Qué consecuencia ha sacado de aquella catástrofe?
R. Una y muy clara. La masacre de Heysel fue la derrota del hombre, no del fútbol.
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