A propósito de la escuela y la esquizofrenia
En el suplemento de Educación de EL PAÍS del martes 26 de octubre se analizan con acierto algunos aspectos de la enseñanza dentro y fuera de nuestras fronteras.Al día siguiente, Vicente Verdú, en su espacio, que titula Escuela, se hace eco del asunto y comenta: "Me parece que algo habría que hacer en seguida sobre esa fuente de malestar ( ... )".
No cabe duda de que el problema es grave.
No cabe duda de que el problema es generalizado.
No cabe duda de que el problema no es nuevo.
No cabe duda de que no hay ninguna voluntad política de atacarlo.
No cabe duda de que no hay imaginación político-administrativa ni coraje para eso mismo.
¿Qué nos queda, pues? Sólo el derecho al pataleo, tanto de los enseñantes como de los que son enseñados, de los padres y del resto del personal.
Enseñar, educar, instruir, culturizar, guardar niños, guardar adultos, guardar poltronas, justicia y no por mi casa, tente mientras gobierno, producir, producir, producir, consumir, consumir, consumir, dinero, dinero, dinero.
En esta sociedad, por desgracia, no sólo falla la enseñanza. Esto es sólo la punta del iceberg.
Yo, por mi parte, lo siento mucho, pero lo tengo bastante claro desde que empecé a enseñar, hace ya bastantes frustraciones.
Tengo claro que éste es el juego de los despropósitos.
Tengo claro que el tema de la enseñanza es, a pesar de todo, un tema que me apasiona.
Tengo claro que, de resultas de las dos premisas anteriores, estoy esquizofrénico perdido.
Tengo claro que la enseñanza entera (alumnos, padres, profesores) está esquizofrénica perdida.
Tengo claro que esto no hay ministro que lo pare.
Tengo claro que, si no hubiera Dios, habría que inventarlo para que por lo menos en el día del juicio final pudiera castigar a tanto responsable a ser alumno o profesor, a elegir, por los siglos de los siglos. Amén.-
El Palmar, Murcia.
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