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Armas químicas

George Bush afirma que si resulta elegido presidente le gustaría ser recordado como el que logró la "completa y total" prohibición internacional del tipo de armas que Winston Churchill calificó de "veneno infernal". Bush apoya negociar una prohibición del armamento químico acompañada de la inspección y colaboración de los fabricantes para prevenir la producción, el control de los misiles que puedan llevar armas químicas, la investigación de la defensa contra esos misiles y la censura para aquellos que los utilicen. Es un programa convencional, pero inteligente. Podría ser la solución, excepto para los casos más difíciles. La cuestión está en que sólo los casos dificiles constituyen un problema.Irak, por ejemplo, a pesar del recuerdo dejado por la utilización de gases en la I Guerra Mundial, insiste en considerar el gas como un arma más, y no necesariamente la peor. Ha utilizado repetidamente armas químicas contra las fuerzas iraníes, haciendo caso omiso a las sucesivas condenas de la ONU. También las ha usado contra los rebeldes kurdos. Washington criticó estas actuaciones. Pero son sólo críticas. Irak tiene un papel que desempeñar en otros intereses norteamericanos: la seguridad del golfo Pérsico, la política en la región, la energía y el comercio. Los programas de Reagan y de Bush no nos aseguran que el Gobierno libio vaya a renunciar a producir, desplegar y utilizar armas químicas.

1 de noviembre

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