El médico de la 'madre-hermana' italiana logro hacer "feliz a una familia entera"
El caso del hijo-hermano o de la madre-abuela, o de la madre-hermana del fruto nacido de su vientre, que tanto ha conmocionado a Italia, es auténtico. El médico que ha llevado a cabo la experimentación ha salido a la luz pública, contando todo y defendiendo con fuerza el carácter "profundamente ético" de su acción, "para hacer feliz a una familia entera". Se trata, curiosamente, del ginecólogo romano Severino Antinori, el mismo que días atras había puesto en tela de juicio la posibilidad científica del experimento.
"Lo hice", ha dicho ahora, para proteger del anonimato a la familia". Pero ante el rumor que el caso ha producido, y sobre todo ante las acusaciones de "inmoralidad ética", Antinori ha querido salir al descubierto.El doctor Antinori ha dirigido (Ver EL PAÍS de ayer), la gestación y parto por parte de una joven de 20 años, en Roma, de un niño nacido de un óvulo proveniente de su madre, de 48 años de edad, que deseaba tener un hijo de su nuevo compañero, un hombre de 35 años, pero se le había desaconsejado la gestación por los riesgos que, según los médicos, habría conllevado a su edad. La operación se hizo con el consentimiento, además, del novio de la joven.
Generosidad
"El útero de la hija-madre", afirma el ginecólogo, "no fue alquilado sino ofrecido gratuita y generosamente a la madre, como se ofrece un riñón. Genéticamente la situación no puede ser más clara: el óvulo era de la madre, el semen de su compañero, el útero de la hija que aceptó de prestárselo". Y añade: "Ya va siendo hora de que la sociedad civil haga las cuentas con las problemáticas impuestas por las nuevas biotecnologías, sin meter, hipócritamente la cabeza bajo el ala".El médico romano tiene 43 años, está casado, es padre de dos hijos y desde hace un año trabaja en la clínica privada Villa Claudia, tras haber abandonado el ejercicio público en el hospital Nuovo Regina Elena, donde había trabajado siempre. Trabaja ahora junto con el inglés Simón Fishel en la técnica llamada efecto salmón, que en diciembre pasado consiguió hacer nacer a Marilenga Palana de un padre estéril.
El ginecólogo afirma que no ha cobrado un duro por haber conseguido que naciera de la joven ese hermano fruto de un óvulo de su madre fecundado con el semen de su compañero y futuro marido. Lo hizo, afirma, después de que durante dos años se lo estuvieran pidiendo, porque aquél hombre quería un hijo de la mujer que amaba y porque la hija, en obsequio a aquel amor, quiso prestarse gozosa al experimento. "La señora", dice Antinori, poseía una patología del útero que no permitía ni la implantación del embrión ni la continuación de la gravidez, a pesar de que la ovulación era normal".
A los que insisten en que toda la operación ha ido contra la ética y la moral el ginecólogo responde: "A los santones que nos acusan de ser irresponsables les recuerdo que el gesto de la hija fue, al contrario, de un gran valor moral y altruístico. Irresponsables son los que cierran los ojos a las nuevas posibilidades abiertas por la ciencia".
Y a los que auguran para el que llaman hermano-hijo un futuro quizás no muy equilibrado psicológicamente, Antinori responde que son idioteces y que hay situaciones terriblemente más difíciles que ésta. Puesto que el hijo ha sido deseado con amor, es la tesis del médico, recibirá seguramente más amor, de toda la familia, que muchos otros nacidos, por así decir "normales".
Método Fivet
El ginecólogo romano, junto con su colega inglés, están ya actuando en casos que no dejaran de hacer hablar en el mundo científico. Tras haber realizado en un año mas de 600 fecundaciones artificiales mediante el método Fivet, ahora están tratando a una mujer de 45 años que desde hace seis había entrado en menopausia. Ahora, tras haberle devuelto el ciclo menstrual, gracias a la donación de un óvulo fecundado por parte de otra mujer, esta yá embarazada del quinto mes. Otra mujer, de edad avanzada, que se había quedado sola tras la muerte de su hijo, ahora podrá volver a ser madre. Y Antinori se pregunta, provocador: "¿Quien se atreverá a decirme que todo esto es inmoral?".La Conferencia Episcopal italiana, que está reunida estos días, ha abordado el caso afirmando que es urgente una ley que regule jurídicamente las fecundación artificial, ya que éticamente, afirman los obispos, "no puede considerarse como legítimo y lícito todo lo que la biotecnología puede hacer posible como satisfacción de un deseo subjetivo".
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