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Entrevista:

"Nunca defendería las tesis del señor Gil"

El abogado Fernando Espinosa ha ganado los pleitos de los jugadores despedidos por el Atlético

Fernando Espinosa, 44 años, ha descubierto en los últimos meses que algunos de los personajes del fútbol español se mueven por caminos que bordean la legalidad, muy lejos del rigor con el que él imparte clases de Derecho del Trabajo en la Universidad Complutense. Desde hace 18 anos es amigo personal del futbolista del Atlético de Madrid Jesús Landáburu, y esas 18 poderosas razones le han obligado a colocarse la toga para defenderle en uno de los numerosos pleitos entablados contra sus jugadores por Jesús Gil. Landáburu corrió la voz entre sus compañeros y Espinosa se ha convertido por derecho propio en el enemigo público número uno de Gil.

Pregunta. ¿Qué hace un profesor de Derecho cómo usted, que nunca se había puesto la toga, en un laberinto de juzgados como el de Gil?

Respuesta. En realidad, es la segunda vez que me pongo la toga. Hace algunos años tuve que trasladarme a Gijón para defender a mi padre en un asunto de su jubilación relacionado con cotizaciones a la Seguridad Social. Pero, contestando a su pregunta, sólo se me ocurre decirle que me he encontrado ante unos jugadores como Landáburu, Quique Ramos, Arteche o Setién, este último al que defiende mi compañero Isidoro Diez, que están arriesgando su carrera profesional como futbolistas por defender su dignidad como personas. Y para mí ha sido siempre una obsesión ponerme al lado de personas que están siendo literalmente atropelladas en sus legítimos derechos laborales y profesionales.

P. ¿Le está resultando muy fácil golear a Gil en los juzgados por sus conocimientos de Derecho o sencillamente porque los argumentos de la parte contraria no se sostienen, como ha expuesto el magistrado del caso Quique Ramos?

R. Yo tengo una formación teórica que he tratado de perfeccionar a lo largo de mi actividad como ..profesor, primero en la facultad de Derecho de la universidad de Valladolid, desde 1970 a 1973, y desde ese año hasta ahora en la Complutense de Madrid. También he actuado como mediador en conflictos como los del Metro o del sector de la construcción, y ahora lo soy en el de las construcciones aeronaúticas. Y debo confesarle que la mayor sorpresa que me he encontrado en mi Irrupción, por llamarlo así, en el mundo del fútbol ha sido la de comprobar que los problemas en otros sectores se tratan de resolver, acertada o equivocadamente, con auténtico rigor jurídico, lo que no ocurre en los casos de los jugadores despedidos por el club.

P. ¿Está de acuerdo entonces con quienes opinan que hasta su alumno menos aventajado comenzaría a tener un curriculum vitae sobresaliente si se encontrara con estos casos en Magistratura?

Dignidad personal

R. A mí lo que me preocupa, además de defender esa dignidad personal de mis defendidos, es obrar en mi vida profesional de forma que mis alumnos valoren rigor y seriedad en todas mis actuaciones.

P. ¿Usted defendería las argumentaciones jurídicas de los abogados de Jesús Gil?

R. Nunca defendería las tesis del señor Gil.

P. ¿Por qué?

R. Aclaremos el concepto. Yo podría defender a futbolistas, como estoy haciendo ahora, y también a presidentes y directivos. Porque un empresario de fútbol puede estar en su derecho de no interesarle el trabajo profesional de uno, dos o más jugadores en unos momentos determinados. Pero todo hay que solucionarlo por los mecanismos legales adecuados y que permite la reglamentación laboral, y personalmente creo que las vías utilizadas en estos casos por el club Atlético de Madrid, o por su presidente para ser más exactos, son las de negar la realidad.

P. Vamos por partes.

R. Mire. A Landáburu se le ha despedido pese a existir un pacto de renovación en su contrato legal y correctamente firmado por ambas partes. A Quique Ramos, por realizar declaraciones críticas y descuidar, dicen, su preparación física, aspectos que el propio magistrado acaba de descartar con una dureza tal que ni yo mismo hubiese imaginado.

P. Eso es muy fuerte.

R. Es que me parece muy grave que un magistrado exponga en una sentencia que una de las partes litigantes esté utilizando fraudulentamente la propia Magistratura para retrasar unos pagos. Magistratura ya le ha dado también la razón a Setién porque las acusaciones realizadas eran muy similares a las de Quique, y lo de Arteche está pendiente de resolución, al igual que la causa del doctor Enrique Ibáñez, a quien sencillamente se le ha pretendido negar incluso una relación laboral durante los últimos 25 años. Ya me dirá.

P. Su opinión personal sobre Jesús Gil no será muy positiva.

R. No considero que sea necesario opinar o valorar el comportamiento de una determinada persona. Yo estoy enfrentado con unos pleitos jurídicos entablados por el señor Gil y Gil porque creo que los actos realizados por él en relación con los jugadores que defiendo han sido tremendamente injustos.

P. ¿Tampoco opina de sus oponentes jurídicos, José Luis Sierra y Pedro Centeno?

R. Siempre trato de respetar a todos los profesionales, yo lo único que expongo libremente, porque así lo creo, es que se han utilizado en estos despidos unos mecanismos legales que yo jamás habría empleado.

Daño Irreparable

P. ¿Y no tiene la impresión de que pese la goleada a favor de los jugadores... ?

R. No siga, no siga, que ya sé lo que quiere decirme. Sí, pese a todo, ya se ha hecho un daño irreparable a estos futbolistas. A veces me he parado a pensar que los responsables del club, aun perdiendo en Magistratura, pueden llegar a pensar que han ganado. Porque hay unos hechos objetivos, que se ha apartado de forma injustificada del equipo a unos profesionales y, además, no pueden ejercer su trabajo mientras tanto en ningún otro club.

P. ¿Por qué abusa en sus argumentaciones ante el juez de continuas citas y utilización de libros, como ya se encarga de recordarle irónicamente la parte contraria?

R. Quizá porque tengo los vicios de un profesor.

P. Pero eso le resta contundencia, e incluso hay momentos en los que pasan segundos antes de que retome el hilo de su argumentación.

R. Es posible, aunque esa posible pérdida de contundencia en la exposición obedece a otra causa.

P. Explíquela.

R. Hay veces en que tengo que hacer notables esfuerzos para morderme la lengua, mantener la frialdad y no agredir dialécticamente a nadie.

Golpes de efecto

Pregunta. ¿Le molesta que le llamen profesor frívolo?

Respuesta. Esa supuesta descalificación me la hizo el señor Sierra, abogado de Jesús Gil, que fue más lejos: dijo que me dedicaba a enseñar a los periodistas aspectos superficiales de derecho pero que no sabía presentar una demanda.

P. ¿Pero le afecta esa frase?

R. No puedo decir que no me moleste, pero soy consciente de que mi oponente utiliza a veces determinadas, expresiones para tratar de ponerme nervioso.

P. ¿Es cierto que esa tensión dialéctica estuvo a punto de trasladarse a las manos tras una reciente vista en Magistratura?

R. Lo que ocurrió es que a mi compañero Isidoro Díez, y a mí mismo, nos pareció incorrecto que un compañero se dirija en esos términos a otro con la toga puesta, es decir, en el ejercicio público de nuestra profesión ante un magistrado. Al final, como es lógico, no pasó nada fuera de la sala.

P. ¿Y no cree que esos enfados de los abogados de Gil obedecen no sólo a sus continuas derrotas en los juzgados, sino también porque usted abusa de los golpes de efecto en la sala?

R. ¿Por qué lo dice?

P. Porque, en una de las vistas llamó a declarar a Carlos Peña, delegado del Atlético de Madrid, cuando había acudido como testigo de la parte contraria, y en el transcurso de otro juicio hizo público ante el juez el último de los fallos favorables de Magistratura.

R. No creo que la utilización de armas éticas y perfectamente legales pueda servir de enfados a nadie.

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