Vergüenza olímpica
El cinismo y la hipocresía han triunfado de nuevo en el deporte. Los máximos responsables hablan de "vergüenza", "deshonor", e incluso, algún diario sensacionalista, de baja estofa.El doping es práctica generalizada entre los deportistas de elite. El control es una cínica forma de decir al atleta: "Ten cuidado, suspende tres meses antes la toma de anabolizantes, asegúrate de tomar a tiempo la sustancia que los neutralice. Tenéis que parecer puros y virginales el día de la final".
Los mismos periodicuchos que en su día elevaron a Delgado a los altares, hoy crucifican a Ben Johnson. ¿Qué diferencia hay entre ellos? Simplemente, que Delgado neutralizó in extremis todo lo tomado y Ben se equivocó en la época de las tomas.
Los mismos dirigentes canadienses que en su día hicieron honor al refrán "Ojos que no ven..." ante la preparación de su campeón, hoy deciden sancionarlo a perpetuidad.
Ben Johnson es la última cabeza de turco del nauseabundo montaje comercial alrededor del trasnochado mensaje de Coubertin.
Ben Johnson pasará a la histona no como el hombre de la anecdótica medalla, sino como el hombre de la gesta, el hombre de los 9.79. El más grandioso y explosivo velocista de todos los tiempos, que verá cómo sus marcas sobrevivirán a su mortal vida de atleta.-
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