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Tribuna:TRATAMIENTO DEL PIRÓMANO
Tribuna
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El papel del psiquiatra

A nadie que haya seguido el caso se le habrá escapado que la causa de la presencia reiterada y profusa en los medios de información no se debe a la magnitud del siniestro -con ser éste muy grave para Ibiza-, sino al hecho de que en él han confluido varios factores que le daban interés periodístico. Sucede en Ibiza, en agosto; se detiene al causante, que resulta ser un pirómano, y para colmo, el incendiario, que había estado en tratamiento psiquiátrico, trabajaba en el Cuerpo de Bomberos. El contenido anecdótico es evidente y el chiste es fácil: el bombero-pirómano. Sobre este terreno abonado, la información sobre el suceso se ha visto condicionada, en unos casos, y manipulada con torpeza o habilidad, en otros. Botón de muestra puede ser el editorial de un diario madrileño, en el que se llega a decir que "lo sucedido es un producto clásico de la llamada antipsiquiatría", y se alude como causa a "cierto progresismo irredento que ha llegado hasta el Gobierno". Si de una parte carece de sentido afirmar que la terapia aplicada era antipsiquiátrica -término éste en franco desuso-, de otra, me temo que el progresismo no ha llegado al Gobierno, al menos en lo que a asistencia psiquiátrica se refiere.Se termine aquí la polémica o prosiga en el futuro, parece oportuno recapitular sobre lo ocurrido con el ánimo de situar la cuestión. En enero de 1986 acudió al Centro de Salud Mental Infantil y Juvenil de Ibiza el joven de 15 años llamado J. F., acompañado por sus padres, a causa de una sintomatología psicosomática. En el curso de la investigación clínica se descubrió que el paciente tenía antecedentes de piromanía, y que en septiembre de 1984, tras una denuncia por incendio, su caso pasó al Tribunal Tutelar de Menores, que decretó que J. F. fuese intemado durante 20 días en un colegio correccional. Después se le envió a un turno de colonias y, al final, fue devuelto a su hogar sin ninguna otra orientación o control. En el centro de Ibiza -donde trabajan seis profesionales-, J. F. fue atendido en un principio por un psicólogo.

Tras las primeras consultas, vista la complejidad de la situación, el caso fue asumido por el doctor Juan Larbán, psiquiatra infantil, con 10 años de experiencia en Suiza y cuatro en España, y jefe de dicho centro. Se planificó una terapia mixta con sesiones de psicoterapia individual y familiar. A los seis meses de tratarrúento, el doctor Larbán puso a J. F. en contacto con el Servicio de Conservación de la Naturaleza de Ibiza (los bomberos), pensando que colaborar con este servicio podía ser una buena ocupación laboral, un instrumento de resocialización y también un elemento de control social. Tras 23 sesiones de psicoterapia, el paciente dejó de acudir a la consulta. Por carta se le instó, sin conseguirlo, para que continuase su terapia. Su última visita fue en febrero de este año. Seis meses después, el 19 de agosto, J. F. estaba escuchando música en su casa, según ha dicho él mismo, tuvo un deseo repentino, se fue al bosque, sacó su mechero (es fumador) y lo incendió. Una hora después se sintió arrepentido y colaboró activamente en la extinción del siniestro, hasta que a las 48 horas fue detenido por la Guardia Civil.

Bombero

Los titulares de la Prensa han destacado primordial y repetitivamente el hecho de que el joven pirómano trabajase como bombero, y hay quien ha llegado a señalar esto como la causa del incendio, lo cual parece absurdo, pues los bomberos no prenden fuegos sino que los apagan. En el campo de la hipótesis podemos cuestionarnos qué habría sucedido la tarde del día 19 si J. F. hubiese sido agricultor, albañil o camarero. Y dentro del terreno de lo especulativo podemos plantearnos si la psicoterapia en régimen ambulaton"o fue el tratamiento adecuado, si no hubiese sido mejor recluir a J. F. en un manicomio durante años, al menos hasta que sus dedos se tornaran incapaces de encender un fósforo. 0 quizá, si lo mejor para estos casos de locos incendiarios no sería arbitrar medidas especiales: encadenarles con manoplas de boxeo, con lo que se evitaría la siempre enojosa situación de tener que cortarles las manos, o tatuarles una llamita en la frente para aviso de estanqueros.

Nada es ajeno al marco en que se produce, y en este sentido hay que admitir que en Ibiza y Formentera tanto el Consell Insular corno los ayuntamientos y, lo que es más importante, los ciudadanos han apostado por una psiquiatría acorde con nuestro tiempo. Esto significa que en Ibiza no hay manicomio, pero sí un servicio de psiquiatría de adultos con marcada dedicación a la asistencia ambulatoria y domiciliaria. También hay un centro de prevención y tratamiento de las drogodopendencias y una comunidad terapéutica para la rehabilitación de toxicómanos y, como ya he mencionado al principio, un centro de salud mental infantil y juvenil, en el que, en los cuatro años que tiene de existencia, se han visitado 1.800 pacientes, uno de los cuales ha sido el joven J. F. Cabe preguntarse si en otro marco asistencial un pirómano no pasaría desapercibido y sus acciones sin catalogar. También cabe interrogarse si J. F., sin el tratamiento recibido, no habría desarrollado su personalidad de forma más sádica y perversa.

La misión del psiquiatra es fiberar al paciente de su enfermedad, tratar de evitarla y ayudar al individuo a obtener las condiciones que le permitan su realización como persona dentro de la sociedad; en definitiva, se trata de hacerlo más libre.

En un artículo titulado Respeto a la inseguridad, publicado hace ya meses en este diario, Carlos Castilla del Pino analizaba el binomio libertad-peligrosidad y la relatividad de este último término. Castilla planteaba que: "La inseguridad es el precio que pagamos por la libertad de los demás y la misma nuestra, y no sólo, pues, del loco, sino también del no loco. Según pienso, hemos de resignarnos a pagar un cuantum de inseguridad si propugnamos de verdad, y no de boca a fuera, la libertad para todos corno el bien más preciado del hombre, al decir de Cervantes". Sobre esta reflexión sí vale la pena escribir.

Leopoldo Irriguible es médico psiquiatra. Director del Patronato para la Protección de la Salud Mental y Bienestar Social de Ibiza y Formentera.

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