Dos debates cara a cara entre Bush y Dukakis decidirán la campaña presidencial
La presidencia de Estados Unidos se decidirá en gran medida, durante dos horas, el 25 de septiembre y el 13 de octubre, cuando George Bush y Michael Dukakis debatan cara a cara por televisión ante todo el país. Bush, a quien tres sondeos esta semana dan una ventaja sobre el candidato demócrata de cinco a ocho puntos, también ha ganado el envite de la polémica previa a los debates.
Confirma así la inpresión generalizada de que el vicepresidente tiene la iniciativa y mantiene a Dukakis desestabilizado, respondiendo como puede a continuos ataques. La campaña de Dukakis continúa detenida y sin rumbo. Es como un partido de tenis -ha explicado un comentarista- en el que siempre saca el mismo jugador.Y eso que Bush ha comenzado a cometer errores que dejan claro que ésta no es una batalla de gigantes. El miercoles equivocó ante una audiencia de veteranos de guerra la fecha histórica del ataque japonés a Pearl Harbour. Ayer tuvo que destituir de un puesto menor en su campaña a un nazi y ha saltado a la luz que algunos estrategas de Bush trabajaron para mejorar la imagen de Noriega en EE UU.
Pero Bush se ha salido con la suya y sólo discutirá dos veces con el aspirante demócrata, que pedía tres o cuatro debates. Y, lo que es más importante, no habrá ningún debate en las dos últimas semanas previas al voto del 8 de noviembre. El vicepresidente no quiere riesgos innecesarios con un patinazo nacional, caliente aún a la hora de acudir a las urnas. Los estrategas republicanos están rebajando hábilmente las expectativas de su candidato, pintando a Dukakis -que durante años llevó un programa de debate llamado Los abogados en la televisión de Boston- como un consumado polemista capaz de arrasar a un inseguro Bush, que suele tener problemas de imagen y de dicción.
Es la gran trampa de la campaña que dirige el ex secretario del Tesoro James Baker. Bush, cuya minusvaloración por los demócratas ya le esta costando caro a Dukakis, no quedará en ningún caso tan mal, y, dadas las bajas expectativas sobre su comportamiento, podrá ser declarado el ganador. En estos debates suele ser la imagen, y no la sustancia, lo que cuenta,
Bush también ha conseguido evitar los debates monográficos. Dukakis quería dedicar el primero a la política exterior para aprovechar el tancredismo de su rival durante el Irangate, y en la crisis de Panamá, sobre Noriega. Pero se discutirá de todo.
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