Demasiada sangre
Son pocos los medios de comunicación que han informado sobre la doble cogida -ambas graves- de un banderillero y un novillero en un festejo sin picadores que se ha celebrado en Añover de Tajo (EL PAÍS, martes 30 de agosto).También los medios de información silencian los heridos que resultan de encierros y espectáculos parataurinos. En principio parece ser que en toda España han necesitado ayuda facultativa más de 2.000 aficionados. Gracias a Dios no ha habido muertos, pero a este paso los habrá. Y si no hay muertos en los encierros, hasta los simples erales (corridos varias horas por la muchedumbre en las calles) resultan peligrosísimos.
La corrida de toros se humanizó durante la dictadura de Primo de Rivera, que impuso el peto protector al caballo, esa víctima de la fiesta inmortalizada por Zuloaga. Desde entonces hemos asistido a la eclosión de los movimientos ecologistas y al florecimiento de la bioética, que en todas las universidades empieza a contemplar el comportamiento de los seres humanos con los seres vivos. ¿No ha llegado el momento de revisar nuevamente la corrida de toros y el espectáculo parataurino, que aún es más sangriento?
Con independencia de los criterios morales, éticos y espirituales, es obvio que esta variada gama de espectáculos taurinos y parataurinos derrochan demasiada sangre gratuita. Lo mejor en este caso es arbitrar una nueva revisión que humanice ese ballet entre el ser humano y el ser animal. E impedir que personas sin preparación y profesionahdad se conviertan en espontáneos que, además de malear a las reses con mayor peligro para los diestros, se exponen a males irremediables.
Para todo ello existe la más soberana de las razones: demasiada sangre.-
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
