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La 'solidaridad' de Lafontaine solivianta a los sindicalistas

Oskar Lafontaine levantó ayer una durísima controversia en el congreso del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) al enfrentarse con radicalidad al sindicato unitario (DGB) en sus propuestas sobre Progreso y solidaridad y la repartición del trabajo asalariado en una sociedad posindustrial. Lafontaine tuvo que intervenir para responder a los numerosos ataques de que fue objeto su propuesta. Dirigentes sindicalistas como el jefe de la federación del metal, Franz Steinkuhler, acusaron a Lafontaine de provocar un cisma en la legendaria y tradicional unidad entre socialdemocracia y sindicatos.

Los 440 delegados socialdemócratas interrumpieron su fuerte debate para dar una emocionada ovación a su presidente de honor, Willy Brandt, que llegó ayer a Münster. Por primera vez en tres décadas, Brandt no estará ya en la directiva del SPD que se elegirá el viernes. La segunda jornada del congreso del SPD en la ciudad de Münster se anunciaba controvertida. Los ataques a Lafontaine de los sectores tradicionalistas y sindicalistas de la socialdemocracia fueron, sin embargo, mucho más duros de lo esperado. Tras la intervención conciliatoria del martes del presidente de los sindicatos, Ernst Breit, no era previsible la agresividad de que hicieron gala ayer otros sindicalistas en contra de Lafontaine.

Conquistas sagradas

Las propuestas de Lafontaine sobre una estrategia ofensiva de los trabajadores para hacer frente al desempleo incluso con reducciones salariales de los que gozan de trabajo y la renuncia a "conquistas sagradas" del movimiento obrero alemán como son el descanso dominical y los horarios de cierre y descanso de trabajadores y funcionarios "levantan ampollas" entre los sindicalistas socialdemócratas.Oskar Lafontaine abrió la jornada con su esperado informe sobre Progreso y solidaridad señalando que "en la RFA estamos ante la labor de repartir trabajo e ingresos de tal forma que todos los que busquen trabajo lo encuentren. No se trata sólo de eliminar el desempleo registrado, sino de dar la posibilidad de trabajo remunerado a los millones de mujeres que quieren entrar de una vez por todas plenamente en la vida social".

Lafontaine manifestó: "Estamos ante una situación de posibilidades fascinantes. Es una situación que no obstaculiza, sino favorece utopías de desarrollo de izquierda. El socialismo democrático no puede orientarse por la mera limitación de daños". El vicepresidente del SPD, que se perfila como el próximo candidato socialdemócrata a la cancillería federal, acusó a la derecha de haber capitulado ante el desarrollo técnico y haberlo declarado como soberano del desarrollo social.

"La política socialdemócrata sólo tiene credibilidad si logra infundir nueva vida a la idea de la solidaridad y basa en esta solidaridad el baremo del desarrollo social". Lafontaine insistió en que las sociedades desarrolladas han llegado a un punto en el que son necesarios profundos cambios estructurales en la división del trabajo y en la valoración de trabajos tradicionalmente no remunerados y del tiempo libre. "No debemos aceptar que haya ganadores y víctimas del desarrollo industrial. No podemos tolerar desde sus comienzos una sociedad de clases entre los altamente cualificados que poseen un empleo y otros menos cualificados en desempleo".

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Lafontaine reiteró la necesidad de la renuncia de incrementos salariales de la Administración pública como vía de crear empleo, fórmula que la dirección del sindicato del funcionariado atacó con acritud. Lafontaine insistió en la necesidad de "nuevas estructuras salariales". Reconoció que en la economía privada estas medidas son difíciles de aplicar y subrayó que la clave es un aumento de la productividad.

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