Un anacronismo suculento
El catolicismo oficial conserva todavía algunos restos del que fue Estado confesional en los medios públicos de comunicación, esto es, Radio Nacional de España (RNE) y Televisión Española (TVE). Cada lunes, los fieles seguidores pueden ver convertida en realidad la antigua oración infantil de "con Dios me acuesto y con Dios me levanto, con la Virgen María y el Espíritu Santo" si aprovechan la emisión nocturna de últimas palabras (TVE) y la emisión matutina de Radio 1 Buenos días nos dé Dios. El resto de los días de la semana no se emite últimas palabras y pueden acostarse con otra gente, pero permanecer fieles a ese saludo matinal que se nos ofrece a las 6.55 en RNE.Este espacio, conducido por un sacerdote y presentado por la Conferencia Episcopal Española, es un anacronismo suculento. Se inicia con un mensaje a cargo de una voz femenina profunda, grave, casi de ángel anunciador. A continuación, y durante cinco minutos, se produce la reflexión religiosa. El tema es lo de menos, lo importante es el choque que se produce al combinar el tono apacible, íntimo, de este saludo con una hora en que la información nos bombardea a fuerza de ritmo musical, titulares, conexiones y atascos nacientes.
La información rebota por toda la casa, desde el reloj despertador o el transitor de cuarto de baño. Todo es velocidad, aceleración en los informativos a esa hora y, de pronto, una isla de cinco minutos que proclama la reflexión, el relax, la trascendencia de la existencia. Te relajas e inevitablemente se te. suele salir la leche.
Lo natural sería -es una idea que sometemos al criterio de RNE y de la Conferencia Episcopal- una de dos: o que el mensaje se adapte al ritmo de la hora, rodeándolo de la marcha de los predicadores televisivos modelo EE UU, o que Radio Nacional no discrimine a las otras confesiones y convierta ese espacio matinal en un descanso más prolongado para el espíritu, que nos evite el sobresalto.
Se producen muchas críticas por ese servicio recaudatorio del Gobierno para con la Iglesia católica que se nos propone en nuestras declaraciones de renta. Crítica similar merece el mantenimiento de un único espacio confesional en la radio de todos. El desequilibrio sería subsanado si Eduardo Sotillos, en un último arranque de imaginación programadora, antes de su marcha a las tertulias políticas nocturanas de TVE, convirtiera esas primeras horas de cada mañana en una balsa de reconfortantes saludos religiosos. Así, cada madrugón se vería acompañado por una retahíla de "buenos días nos dé Dios", "feliz día de parte de Mahoma", "despierta con Krisna", "ten con Buda una mañana macanuda", o "una, dos y tres, arriba con Yahvé". A bote pronto, se puede calcular un mínimo de 30 minutos diarios de nirvana matutino, tiempo más que suficiente para la aceleración de las neuronas, coger la puerta y sumergirse de lleno en las realidades cotidianas.
Como es de suponer que tardarán algún tiempo en aceptar la propuesta, sería beneficioso para nuestro equilibrio emocional que los predicadores matutinos adaptasen un poco más su mensaje al programa informativo que le sigue. Esto daría como resultado que el buenos días que se nos desea, mencione la situación de la alcaldesa de Estella o la jornada que espera a los vecinos de Anchuras. Los secretos encerrados en los dogmas o la teología, el desciframiento del Testamento son sin duda materias que merecen el mayor respeto, pero hemos de dejar de considerar a una emisora de radio pública, como el soporte obligado de todas las necesidades, que algunas veces son imposibles de soportar.Buenos días nos dé Dios se emite de lunes a viernes a las 6.55, por Radio 1, de Radio Nacional de España.
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