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Cada uno para sí

La facilidad con la que la economía mundial ha absorbido el crash de octubre del año pasado ha contribuido en gran parte a la dulce euforia vacacional que parece haberse adueñado de la economía del planeta.Desde hace semanas, sólo se oye hablar de crecimientos y beneficios récord. Hacía muchos años que el mundo no ofrecía una imagen tan poco dramática.

Sin embargo, los grandes banqueros, individuos perversos en exceso, y es que hay que serlo para hacer de banquero frente a otros banqueros, parecen disfrutar cuando desmienten las razones del optimismo reinante. Esas personas, lacónicas por naturaleza, saben cómo decir muchas cosas en pocas palabras o, más bien, en pocas cifras.

Así, la subida de los tipos de interés, si no es el anuncio de una próxima catástrofe, traduce cuando menos un cierto escepticismo con respecto a la consistencia de la bonanza económica generalizada. De hecho, más allá de cualquier declaración tonificante, ya es posible constatar que los países capitalistas importantes no creen, decididamente, en la colectivización, ni siquiera bajo la forma de concertación.

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Al aumentar la remuneración de los depósitos en dólares, los Estados Unidos quieren indicar que con esas cosas no valen bromas. Son los demás países los que deben amoldarse. Y lo mismo ocurre en el Sistema Monetario Europeo. En este contexto, el peso de la economía francesa es escaso.

12 de agosto

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