Marco Fiora
520 días en un escondite de verdad
Marco Fiora es un niño italiano de nueve años, hijo de comerciantes no millonarios y protagonista del secuestro infantil más largo y angustioso de los muchos vividos en este país. Marco Fiora ha estado 520 días (casi un año y medio) en manos de sus carceleros, y cuando el martes fue liberado en los montes del Astromonte, en Calabria, dijo que lo que más le gustaría hacer a partir de ahora era "jugar, jugar, jugar al escondite". Pero con niños, claro. Su liberación, en parte aún misteriosa, se ha conseguido, al parecer, tras el pago de cerca de 20 millones de pesetas, de los 500 pedidos inicialmente por sus secuestradores.
Por Marco, al haber sido su ausencia la más larga de la historia de los secuestros infantiles, se habían interesado todos: desde un vendedor de periódicos en Turín que vivió vendado durante 40 días para pedir su liberación, hasta el papa Wojtyla y el cantante Celentano, que en Navidad, en su famoso programa televisivo Fantástico, había lanzado una dramática llamada a sus carceleros; 108 diputados habían suscrito una carta abierta, y la alcaldesa socialista de Turín, Maria Magnani Noya, había pedido su liberación.A Marco, tras sus 520 días de infierno (sus carceleros le llamaban el condenado), le costó mucho esbozar su primera sonrisa. No había podido lavarse ningún día, llevaba todavia la misma ropa que tenía puesta la mañana de su secuestro en Turín y sus cabellos le llegaban a mitad de la espalda.
Su primera pregunta, hecha con dureza al padre, a quien no quiso abrazar, fue: "¿Por qué no quisiste pagar el rescate y me dejaste solo?". Y también: "¿Qué edad tengo ahora?". Había perdido el sentido del tiempo. En sus muñecas y en sus tobillos eran aún visibles las heridas de las cadenas con las que estuvo inmovilizado. Cambió 10 veces de escondite, pero lo llevaron siempre en coche o en brazos. Nunca a pie. "No he visto nunca ni a una mujer ni a un niño", fue una de las pocas cosas que dijo a los magistrados. Nunca tuvo un juguete en sus manos y se limitó a jugar con las etiquetas de los quesos en porciones.
"Una vez me pusieron una pistola en la sien y me dijeron: "Tu padre es malo, no quiere pagar por ti. Te vamos a matar". Psicólogos y psiquiatras discutían ayer sobre su futuro. Todos confían en la capacidad impresionante de recuperación que puede tener un niño. Los sociólogos criticaban que mientras Italia ha llorado de emoción, liberada de "una horrible pesadilla", como ha dicho la alcaldesa de Turín, la empresa de secuestros sigue en pie, con todas sus mafias impenetrables, sus intrigas inconfesables, sus connivencias políticas. Mientras tanto, sobre lo que nadie quiere apostar es si en el futuro de Marco, cuando sus fuerzas físicas se hayan robustecido, quedará algún resquicio de confianza en los adultos. De ellos, por ahora, tiene sólo miedo. Hasta el punto de que al ser liberado quería a su lado sólo policías "con uniforme".
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