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Tribuna:EL OMBUDSMAN
Tribuna
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La soja y el asma

Ángel Vallín, presidente de la Asociación Nacional de Empresas Extractoras de Soja (ANEESS), escribe al defensor de los lectores para "aclarar" algunos extremos del reportaje La maldición de la soja (EL PAÍS, 3 de julio). Los redactores Alex Rodríguez y Jordi Juan contaban en aquel trabajo que "el haba de soja ha provocado en los últimos años en España la muerte de 27 personas". "Desde 1986", informaban, "seis marineros se han asfixiado al penetrar en las bodegas de sus buques, que estaban cargadas con esas leguminosas". Añadían: "En Barcelona, la maldición de esa semilla existe desde hace nueve años. En este tiempo, han muerto en la ciudad 21 personas después de 26 brotes de asma aguda provocados por las proteínas del haba de soja".Vallín considera que mezclar dos temas polémicos -"el triste suceso que acarreó recientemente la muerte de cuatro marineros" y la referencia a las muertes debidas a brotes asmáticos, "pretendidamente imputables por el denominado Grup col-laboratiu per Vestudi de l'asma a Barcelona a la descarga de barcos de soja- puede inducir a opiniones erróneas en el lector y perjudiciales al sector de la soja. Vallín señala que el trabajo originado hasta la fecha por el referido grupo sobre el estudio de los brotes de asma "no concluye en ningún sentido desde un punto de vista científico, barajándose con tanta profusión como prudencia los términos de hipótesis y provisionalidad". Y cita uno de sus párrafos: "Algunas limitaciones importantes de nuestro trabajo necesitan ser discutidas. En primer lugar, ya que no sabemos la causa de los brotes de asma en Barcelona, no podemos ser totalmente afirmativos respecto a la naturaleza de las epidemias de los días inusuales que hemos considerado...".

Alex Rodríguez explica que en el reportaje se especifica que los dos marineros fallecidos en el buque Derby (septiembre de 1986), y cuyos cadáveres fueron desembarcados en Cartagena, y los cuatro tripulantes muertos en el Sea Boni (junio de 1988), cuando este barco se encontraba fondeado en la rada de Barcelona, fueron víctimas de una falta de precaución en el transporte de la haba de soja, transporte "muy peligroso", como señala la Organización Marítima Internacional (OMI). "El Código de Prácticas de Seguridad para Cargas Sólidas a Granel", se informa en el reportaje, "indica que esta leguminosa 'puede autocalentarse lentamente y, si está húmeda, puede inflamarse espontáneamente', (...) es susceptible de oxidación y puede 'causar una reducción de oxígeno y producir dióxido de carbono". Alex Rodríguez recuerda que la OMI extiende sus recomendaciones precautorias al transporte de otros granos.

"El artículo", manifiesta el periodista, "señala también que las proteínas de esta leguminosa [la soja] causaban los 26 episodios de asma aguda registrados en Barcelona desde 1981 que causaron la muerte de 21 personas, como manifestaron taxativamente en rueda de prensa los responsables del Grupo de Colaboración del Asma de Barcelona el 5 de febrero de este año y se recogió en una información publicada en EL PAÍS al día siguiente". "Este grupo", añade, "formado en 1984 por más de 30 investigadores de centros sanitarios de Barcelona y cuyos trabajos han sido seguidos por especialistas del Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos, con sede en Atlanta (Georgia), concluyó que las epidemias eran causadas por las proteínas contenidas en el polvo producido por la descarga de haba de soja en unos silos que carecían de filtros y están situados en el puerto". El redactor recuerda que el alcalde de la ciudad, ante las pruebas presentadas por los investigadores tras los dos brotes asmáticos registrados en septiembre de 1987, ordenó la paralización de la descarga que se efectuaba por volteo a más de 70 metros de altura.

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Del informe elaborado por el grupo sobre los brotes de asma -el resultado de las investigaciones será sometido a la comunidad científica internacional, como es preceptivo en estos estudios- Alex Rodríguez se remite a la presentación del trabajo, en la que se dice: "Las investigaciones realizadas, con carácter de máxima urgencia (...) dieron aún más fuerza a la hipótesis de que las epidemias de asma de Barcelona estaban producidas por la descarga de soja en el puerto de la ciudad". Y pocas líneas más adelante: "Los resultados de los diferentes estudios que se publican en este volumen prueban de manera concluyente que la hipótesis de la cual se partía era cierta". Rodríguez dice asimismo que en el informe "los investigadores también señalan que este tipo de brotes asmáticos sólo afectan a aquellas personas que tienen un exceso de inmunoglobulina E, una proteína de la sangre que genera hipersensibilidad". "La empresa receptora del haba de soja", indica, "ha colocado filtros en sus silos y los investigadores no tienen constancia de que, desde septiembre de 1987, se hayan vuelto a producir epidemias".

Ciertamente, en la presentación del informe, que sus autores consideran un documento de trabajo, se señalan esas conclusiones, aunque también se dice que los estudios se han llevado a cabo en un período de tiempo muy corto, debido a las circunstancias, y por ello hay que entenderlos como un primer avance de los resultados que, aunque muy elaborados, habrán de ser profundizados.

El estudio en cuestión, que está dividido en tres partes, ocupa unas 150 páginas y para los profanos resulta de una complejidad científica inasequible. Los resultados de las investigaciones -no considerados completos- abarcan numerosos campos (epidemiología, bioquímica, neumología, botánica, química ambiental, espectrometría, meteorología, patología, toxicología...), y habrán de ser sometidos al contraste de otros científicos. Es un asunto, pues, que está aún en manos de los expertos y es de esperar que, en su momento, se pronuncien definitivamente.

Vallín asegura también que en Estados Unidos, "donde las normas sanitarias y de higiene no son precisamente despreciables, se maneja industrialmente la soja desde hace más de 50 años". "En la actualidad", dice, "el movimiento en aquel país es exactamente 35 veces el nuestro en volumen, y allí no se ha oído hablar de casos similares al español, por mucho que esta asociación ha intentado recabar datos de la American Soybean Association y otras instituciones americanas". Señala que los dos primeros países importadores de haba de soja en la Comunidad Europea (la República Federal de Alemania y Holanda) no han tenido la más mínima preocupación al respecto. El presidente de ANEESS se refiere además a los valores nutritivos de la soja: equipos de la FAO, ONU y Unicef recomiendan la implantación de cultivos de soja en naciones del Tercer Mundo con problemas de carencia nutricional proteica. "Cuesta creer", añade, "que eminentes científicos de prestigiosos organismos internacionales estén recomendando como fórmula idónea para paliar el hambre en el 2000 un producto carente de idoneidad".

Alex Rodríguez puntualiza que en el reportaje "no se cuestionan en ningún momento los valores proteicos del haba de soja ni sugiere que esta leguminosa sea perjudicial para el consumo humano". Así es.

Era otro el destinatario

Con el título Extranjeros discriminados, EL PAÍS publicó una carta (Cartas al Director, 23 de julio) firmada por la súbdita estadounidense Gwen A. Fisher, profesora de inglés. Exponía que en unas semanas caducaba su permiso de residencia y su permiso de trabajo. Decía que desde hacía tres meses se encontraba "atrapada en un círculo vicioso entre el sistema burocrático". La empresa quiere renovar su contrato y las autoridades no se ponen de acuerdo. Gwen A. Fisher planteaba una serie de interrogantes en torno al problema que se le creaba.

La carta resulta que no estaba dirigida al director del periódico: era copia de la que había enviado al Defensor del Pueblo. "En la carta hay varias preguntas", escribe al ombudsman la profesora Fisher, "que, dirigidas al Defensor del Pueblo, tienen un sentido, y tal como aparecen publicadas carecen de él". Cuando ella escribió: "Yo le pregunto" (...), "Dígame usted" (...) "Espero que usted me pueda defender" (...) no se estaba dirigiendo al director del periódico. Pero, "de todas fórmas", dice ahora al defensor de los lectores de EL PAÍS, "les agradezco sinceramente el interés mostrado al publicar mi escrito".

El responsable de la sección reconoce que se cometió un fallo al entregar el original: faltó un repaso gramatical que habría hecho comprensible su publicación en Cartas al Director. Tal vez este fallo pueda valer para que la profesora Gwerí A. Fisher deje de estar atrapada en la burocracia española y seguir viviendo y trabajando en España, como es su deseo. En cierto modo, su problema ha sido doblemente divulgado. Es posible que haya llegado a quien puede solucionarlo.

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