'Refuseniks' en el Ejército judío
120 soldados israelíes prefieren la cárcel a servir en los territorios ocupados
VÍCTOR CYGIELMAN En el plazo de una semana, siete militares israelíes, entre ellos tres oficiales, han sido enviados al calabozo por negarse a prestar servicio en los territorios ocupados. Se trata de un fenómeno que se extiende. Como respuesta a una pregunta parlamentaria, el ministro de Defensa, el laborista Isaac Rabín, dio la cifra de aquellos soldados que se niegan a servir en los territorios ocupados: son 120. Se les conoce ya como los nuevos refuseniks, en referencia al nombre dado a los judíos cuyos visados de salida son negados en la URSS. Entre los 120 refuseniks los hay que se han negado por segunda vez a ser movilizados para prestar servicio en los territorios bajo ocupación israelí. Muchos de ellos tienen una brillante hoja de servicios y prefieren la prisión al servicio militar en Gaza y Cisjordania.
En las altas esferas se pretende minimizar estos aspectos desagradables de la represión antipalestina. De modo que se habla de "casos excepcionales" y "deslices". Sin embargo, ocurre que los reservistas y encarcelados conocen lo que está pasando, como, paulatinamente, lo sabe la opinión pública.
Un alto funcionario del Ministerio de Asuntos Exteriores, oficial reservista que prestó servicio recientemente en Gaza, resultó de tal forma conmocionado por lo que vio y vivió que reunió a sus colegas del ministerio para explicarles de qué forma los palestinos son maltratados y humillados "en circunstancias tales que nuestros propios soldados resultan más degradados que sus víctimas", aseguró.Hace 15 días, 17 jefes militares, comandantes de regimiento y de batallón, solicitaron una audiencia al jefe del Estado, Haim Herzog. De entre los 17, solamente uno era considerado próximo al movimiento Paz Ahora. Los militares describieron la situación en los territorios ocupados y pidieron al presidente de Israel que haga oír su voz contra las brutales formas de represión que corrompen la fibra moral del Ejército y se corre el riesgo de debilitar la fuerza de la nación toda", dijo uno de ellos.El presidente Herzog, que no es parco en declaraciones cuando se trata de fustigar a los enemigos de Israel, que ha condenado en nombre de la moral judía y universal a los incendiarios de bosques y lanzadores de cócteles molotov palestinos, no ha hecho caso estas demandas.
Al contrario de lo que ocurre en otros lugares, aquí el poder civil calla y son los oficiales los que hacen sonar la alarma, gritan protestan y denuncian en nombre de la moral del Ejército y su propia ética torturada.
Se trata de un curioso fenómeno esta "angustia militar", debido tal vez al hecho de que el Ejército judío es un ejército de reservistas, cuyos oficiales y soldados tienen preocupaciones éticas, totalmente extrañas a los militares de carrera.
Así, el comandante supremo del Ejército, el general Dan Shoinrom, está inquieto. De un tiempo a esta parte, tiene por costumbre entrevistarse con sus unidades sobre el terreno y explicar a sus soldados que su trabajo no es combatir a los lugareños"
Sin embargo, la contradicción entre el mantenimiento del orden en el seno de una población rebelde y la obligación de velar por el bienestar de la población es insuperable. Cuando la ley militar permite dinamitar la casa de todo palestino detenido bajo la acusación de lanzar un cóctel molotov, antes de ser juzgado y aunque no haya herido a nadie, este espectáculo tiene un dificil aval.
Unos para salvaguardar su equilibrio y, a veces, para mantener sano el espíritu, hacen oídos sordos a los gritos de las madres palestinas; no ven ni sienten lo que pasa alrededor suyo. Se endurecen, pervierten y embrutecen poco a poco. Otros, aún una minoría, prefieren ir a los calabozos antes que deshumanizarse e ir contra su ética. Como ocurriera durante la guerra de Líbano, los soldados de Israel se sienten desgarrados entre los imperativos militares y los imperativos de conciencia. Tras 20 años de ocupación, los israelíes no se habían enfrentado a este problema, pero, desde el estallido de la intifada (sublevación), la nada fácil alternativa se impone entre los soldados judíos.
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