Apoteosis del puñetazo

Si ayer teníamos tres películas españolas en la programación, hoy son cuatro las americanas que dominan, en una desproporción y falta de equilibrio notables. Más aún, sus fechas de producción -1940, 1947, 1953 y 1960- a más de uno le sacarán de sus casillas, como si una regla mágica equiparara calidad a actualidad.En honor a la verdad, hay que reconocer que tres de esos filme, rayan la mediocridad: Agridulce es un pastel canoro, para muchos insufrible, donde se conjugan los romances y las voces de opereta de Jeanette McDonald y Nelsor Eddy, la célebre pareja de aquellos viejos musicales, aquí dirigidos por W. S. Van Dyke en uni adaptación muy libre de una pieza de Noel Coward.

Perseguida es un exótico thriller -ambiente mexicano de fondo, colores encendidos- rodada en su momento en tres dimensiones, dirigido por el hoy olvidado -injustamente, a veces- Rudolph Mate y que vale por su trío de ases protagonista: Robert Mitchum, Linda Darnell y Jack Palance.

Comedia

La mujer del obispo -un título digno de Eloy de la Iglesia- es una comedia que, aunque tiene igualmente un triunvirato de fuste en su cabezera -Cary Grant, Lorette Young y David Niven- sintoniza con ángeles caídos caprianamente a la Tierra para ayudar al personal, un tema candoroso capaz de hacernos sonrojar vivamente.

Lo mejor es la película de 1960: Alaska, tierra de oro, un rousto western del director Henry Hathaway que es la apoteosis de los puñetazos de John Wayne y Stewart Granger.

Cine de aventuras dinámico, fresco, sumamente divertido y, lo que es mejor, clásico, capaz de borrar de todo juicio su intrascendencia temática, sus tópicos, para dejar en carne viva los innegables atractivos de la épica y la narrativa transparente y funcional.