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"No publique mi nombre o me veré envuelto de nuevo"

Iñaki Aseguinolaza, uno de los dos intermediarios de la familia Revilla, participó en 1985 en las negociaciones del rescate de Juan Pedro Guzmán, directivo del Athlétic de Bilbao secuestrado por ETA. Su nombre fue revelado en marzo de 1987 por EL PAÍS. El empresario vasco había pedido con insistencia que no se publicara su identidad para evitar ser reclamado de nuevo en una negociación con ETA.Aseguinolaza avaló junto al financiero Jaime Castellanos el pago de 50 millones de pesetas, que habría de producirse tras la liberación del rehén por la organización terrorista. Castellanos, presidente del Club de Golf de Neguri, había recibido de la familia Guznián el encargo de negociar con los secuestradores y pidió la colaboración de Iñaki Aseguinolaza porque éste conoce desde la infancia a algunos miembros de ETA refugiados en Francia.

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Ambos pactaron con ETA un rescate cercano a los 200 millones de pesetas. Tras la entrega de 150 millones, el pago del resto quedó diferido hasta el momento en que Guznián gozara de libertad y pudiera dirigir personalmente la búsqueda del dinero. Tanto Castellanos como Aseguinolaza Firmaron a finales de 1985 un documento avalando la entrega de la cantidad pendiente.

Pago aplazado

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El pago se efectuó, pese al rescate de Juan Pedro Guzmán por la policía el 30 de diciembre en una lonja de Basauri (Vizcaya). Año y medio después los dos intermediarios explicaron que el compromiso se había contraído con anterioridad y estaba garantizado con sus vidas. Por esta razón, la familia de Guznián efectuó el pago a ETA de los 50 millones, hasta completar la cifra del rescate.

Aseguinolaza es natural de Elorrio (Vizcaya). De ideología abertzale, militó en el pasado en el Partido Nacionalista Vasco. Tiene negocios en la construcción, la hostelería y la industria alimentaria. En marzo del año pasado efectuó unas declaraciones a EL PAÍS explicando el motivo del pago a ETA tras la liberación de Guznián por la policía. Esta entrega había sido descubierta tras el registro practicado en la empresa Sokoa, de Hendaya (País Vasco francés), y el hallazgo de parte de la contabilidad de la organización terrorista.

Aseguinolaza dijo que lamentaba la publicación de su nombre relacionado con la negociación del secuestro porque iba a representar un disgusto para su familia.

"Pero sobre todo", añadió, "si el periódico revela mi identidad y mi participación en la solución de este secuestro, tenga la seguridad de que en el futuro me veré envuelto de nuevo. Otros familiares se van a dirigir a mí para que intervenga en la negociación y es difícil negarse cuando hay una vida en juego".

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