Lectura sobre política en Vasconia
La última vez que hablé con Aurelio Arteta fue con ocasión de un acto de conciliación que tuvo por demanda interpuesta contra él por el entonces concejal de Pamplona por el PSOE Juan José Díaz Yarza y en relación con la cesión gratuita por parte del Ayuntamiento de Pamplona de un terreno para un colegio privado, el llamado de las francesas. Cesión que, como es sabido, ha apoyado el PSOE y que Arteta calificaba con duros epítetos, más propios de un batasuno como yo que de un intelectual evolucionado como él. En aquel acto de conciliación, y no sin sarcasmo, el secretario del juzgado preguntó: "Señor Arteta, ¿sabe usted leer y escribir?". La pregunta resultaba más graciosa teniendo en cuenta que Aurelio Arteta, en su contestación, había aducido repetidamente su condición de profesor de universidad.En el periódico EL PAÍS del pasado 20 de junio, Arteta publicó un artículo en el que me dedica buena parte de sus menciones, titulado, como recordará el lector, Mitad monjes, mitad gudaris. Arteta, al ejercer como parece estar ahora de moda, de herribatasunólogo, ha incurrido también en lo que todos los días se hace con nuestras expresiones y manifestaciones. Tomar una frase, desmenuzarla fuera de su contexto, y después proferir los juicios o las calificaciones de rigor. Ejemplos de lo que digo se pueden tomar también del artículo de Arteta. He aquí uno rimbombante: "Nada más descaminado que suponer de estas trágicas cuestiones que -su valoración ética es dificil de abordar-". Será complicado ponderar lo acertado de su coyuntura política o económica; éticamente, su valoración aparece inapelable: el no matarás podrá ocupar el quinto lugar en la ley de Dios, pero, indudablemente, es el primero entre los mandamientos de los hombres...
Evidentemente, con el baremo de los mandamientos y su traspolación a la ley humana que para cada cual es su propia ideología, me atrevo yo también a valorar éticamente de inmediato, y por supuesto a condenar y a mandar a todos los infiernos la OTAN, el Ejército español, el de Suráfrica, el de cualquier otro país, e incluso las propias armas de los policías: todos ellos son al fin y al cabo instrumentos para matar o para amenazar -es decir, prevenir- o para defenderse, por supuesto matando..., luego vamos a plantar lechugas lejos de esta sociedad.
Recurriendo al quinto mandamiento, cualquier simplismo puede adquirir la firme imagen del dogma y de la imposición. Y ser la frivolidad más superficial imaginable.
Al amigo Arteta le ha faltado leer el conjunto, tratar de ver la postura nuestra enfrente como la de un adversario político. En vez de eso, hace exégesis frase por frase. De ahí que me haya venido a la memoria la frase del secretario del juzgado: innumerables señores artetas, ¿saben ustedes leer el conjunto del problema político de Vasconia? Por qué en cuanto Esnaola o Montero dicen algo radicaloide se subraya con escándalo, y en cuanto dicen algo que los estamentos estandarizados de la comunicación consideran sensato se pretende buscarle otras explicaciones, tales como que tratan de justificar o de disimular tal o cual actuación, o afirmando simplemente que no son sinceros.
Unica solución
Los hechos están ahí. ETA es un hecho político presente hoy por hoy en Euskadi. ETA es además el hecho político más trascendental de la política de Euskadi. Todo lo anterior no deja de ser ni es más que una constatación. Por tanto, previo y diferente de valoraciones políticas y éticas.
El quehacer de los políticos tiene que partir de los hechos, y por lo que respecta a los que estamos en HB, pretendemos forjar o contribuir a forjar una realidad diferente de este nuestro pueblo, partiendo de tales hechos. En el caso concreto de la lucha armada de ETA -también el uso de la terminología es política-, nosotros aportamos y propugnamos la única solución que creemos no sólo justa, sino también posible: la negociación política.
Vasconia no es aún un país en paz, y el fenómeno de la violencia no es reducible a la existencia y actuación de ETA. Dentro de unas semanas comenzará de nuevo la guerra de las banderas de cada verano. Y así como la lucha ritual de algunos animales antes del apareamiento es una verdadera lucha, aunque con un código, también la guerra de las banderas de las fiestas de nuestros pueblos hace patente la existencia de una verdadera confrontación social en la que tampoco cabe simplificar las cosas a términos como abertzales y no abertzales.
Otro ejemplo clarificador de que cuando HB propugna o defiende actitudes irrefutablemente sensatas se pretende tergiversar sus intenciones nos lo acaba de dar el flamante gobernador de Guipúzcoa -pontzios, en nuestra jerga a los gobernadores-, pues nos ha prohibido una manifestación contra la droga, la desindustrialización y el paro. ¿Cabe mayor aberración antidemocrática? Si la política siempre tiene algo de esquizoide precisamente por la dialéctica que conlleva el pragmatismo de la práctica, por un lado, y la propaganda y proselitismo, por el otro, en Vasconia tiene sin duda rasgos claros de esquizofrenia.
Partidos independentistas hacen argumentos contra la independencia, como es el caso del señor Ardanza. Los antiguos republicanos y socialistas son no sólo, en este momento, ardorosos monárquicos, sino que, por ejemplo, en Navarra gobiernan con la más rancia derecha, y Garaikoetxea hace declaraciones mucho más majas desde que está en la oposición.
El señor Arteta tendría que haber sabido leer que no estamos incómodos en HB los que defendemos un fin de la violencia, sino que seguimos convencidos de que es el único sitio desde donde hacemos en Vasconia lo más solidario entre los pueblos, que es la independencia, y lo más conveniente para nuestra sociedad, que es el socialismo, y todo ello defendiendo la más radical, plural, variopinta y originaria democracia, la de los pueblos libres.
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