Planteamiento simplista
Mucho se ha hablado de las carreteras de este país, de sus muchas curvas y de su deficiente señalización. Y es que en este país tenemos lo que tenemos; una geografía difícil, un firme en claro avance y una señalización mejorable. Lo que ensombrece el panorama del usuario periódicamente son los continuos ataques a que nos vemos sometidos por parte de la Administración. Que la inmensa mayoría de las veces el único responsable de los accidentes seamos los conductores es un planteamiento cuando menos simplista.Por estas fechas, de gran movimiento de vehículos (cinco millones de ellos extranjeros), la DGT nos amenaza, más que informarnos, con unas medidas cada vez más agresivas y coaccionantes, de forma que la mayo preocupación cuando salimos a la carretera es la cada vez más obsesiva vigilancia de los arcenes, de cualquier coche detenido a derecha o izquierda, de los pilares de los puentes, de las casas pegadas a la vía, de lo que habrá detrás de aquel rasante, es decir, de cualquier cosa que pueda esconder el tan temido radar. Y no porque se circule a velocidad superior a la permitida, sino porque se está más pendiente del velocímetro que del trazado de la carretera. Y es que hay tramos en que lo realmente difícil es cumplir las limitaciones. Largas rectas en bajada con perfecta visibilidad, tramos despejados, pueblos llenos de calles, estrechos, limitados a 40, que casi impiden la mínima atención a las intersecciones.
Es decir, que se tiene la impresión de que los agentes están Para sorprender y recaudar, no Para prevenir, escondidos en los más inverosímiles sitios, provocando maniobras propias del susto que te llevas, estés o no por encima del límite. Doscientas cincuenta mil pesetas son muchas cuando hay tantas lagunas que Tráfico debe aclarar.
No siempre vamos a tener los mismos la culpa de todo. Cualquier día habrá una movilización popular, porque ya está bien que se puedan comprar coches cada día más potentes y seguros para que un fin de semana, entre tirar el cigarrillo apagado por la ventana, el consabido atasco, el enfado de los niños y demás familia y el puyazo del radar, te puede salir por 300.000 más el cabreo.-
y siete firmas más.
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