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LA JUNTA GENERAL DEL PRIMER BANCO ESPAÑOL

Amagar y no dar

'Los Albertos' esperaron al último instante, como en enero, para firmar la paz con Alfonso Escámez

No hubo tormenta. Alberto Cortina y Alberto Alcocer, propietarios del grupo Construcciones y Contratas (Conycon), amagaron hasta el final; pero, fieles a la estrategia que ya les dio buenos frutos con ocasión de la anterior junta general del Central, el 30 de enero, también ahora pactaron a ultimísima hora, haciendo que la que parecía se iba a convertir en la junta general más movida de la historia del banco resultara un paseo. El presidente del Central cede dos consejeros más -cinco en total de Cartera-, dos representantes en la comisión ejecutiva y una posible vicepresidencia.

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La historia se precipitó a partir de la una de la tarde del pasado viernes día 24. La plana mayor de Cartera Central -Alberto Cortina y Alberto Alcocer, los Albertos, y Javier de la Rosa, el hombre del grupo KIO en España- se reúne en el edificio Bronce, en la calle de Orense, para una larga reunión que debe resultar definitiva.Según comentó el propio Javier de la Rosa a este periódico, les comunicó a sus socios de Cartera Central la desazón del grupo árabe por el rumbo que han tomado los acontecimientos en el enfrentamiento con el Banco Central y su presidente, Alfonso Escámez. El grupo árabe, una agencia gubernamental, no puede soportar una guerra de desgaste sin horizonte cercano contra las dos mayores instituciones bancarias españolas sin grave riesgo para sus intereses presentes y futuros.

El grupo KIO y Javier de la Rosa quieren negociar o, en caso contrario, amenaza con abandonar el campo. El financiero catalán piensa en la mañana del viernes que todavía es posible una retirada honrosa para todo el bloque de Cartera Central. Se trataría de una solución similar a la adoptada por el Banco de Bilbao con ocasión de su frustrada OPA sobre Banesto. Sin embargo, esa salida será casi imposible si el grupo de Cartera acude a la junta del Central en son de guerra.

El jueves día 23, por la mañana, los socios de Cartera Central, habían tenido sobre la mesa una oferta del Banco Central para la recompra del paquete entero del 13% de la entidad que preside Escámez. El ambiente era propicio para la venta. El propio Escámez se ofrecía a acudir personalmente donde fuera preciso para estampar su firma.

Enrique Sarasola

Pero el abogado Enrique Sarasola, asesor externo de Cartera y hombre cercano al presidente del Gobierno, recomendó que no se realizara la venta. Los Albertos deciden jugar la presión sobre Escámez hasta el final y no venden.

Carlos Solchaga, ministro de Economía y Hacienda, ha decidido acabar con la pelea, y él, que autorizó y alentó la creación de Cartera Central, tiene buenas razones para forzar el acuerdo. Su esquema es simple: que se dé a los socios de Cartera la representación que les corresponda en el Central y el holding del Banco Español Central de Crédito (BECC), y que a cambio éstos reconozcan las bases de la fusión entre el Central y el Banesto.

Cuando resulta evidente que la autoridad competente va a imponer la vía negociadora, el planteamiento de retirada del grupo KIO (véase EL PAÍS del pasado sábado), que significaba la ruptura de Cartera Central, pasa a segundo plano y se oscurece definitivamente.

Y en la tarde del viernes 24 de junio, Alberto Cortina y Alberto Alcocer hacen hasta tres veces el recorrido entre el edificio Bronce y la sede del Banco de España, en la plaza de Cibeles, donde son recibidos por Juan Antonio Ruiz de Alda, subgobernador del banco emisor. Los planteamientos de los socios mayoritarios de Cartera siguen siendo rechazados por Alfonso Escámez. La vicepresidencia del Central, que, entre otras cosas, solicitan le parece innegociable.

Sobre las diez de la noche del viernes, tras una tarde de intenso tráfago, donde las llamadas entre Solchaga, el Banco de España, los Albertos, Sarasola, Javier de la Rosa y Mario Conde se cruzan en una maraña inextricable, Alfonso Escámez abandona la sede del Banco Central, en Alcalá, 49, para dirigirse a su domicilio, en el barrio residencial de La Moraleja.

A la misma hora, Mario Conde, presidente del Banesto, permanecía en la sede del banco, en el paseo de la Castellana, 7, a la espera de noticias de la ruptura de Cartera Central por voluntad de KIO.

Hacia el acuerdo

Pero surge una nueva vía de negociación. A las 0.30 de ayer, Alberto Cortina, Alberto Alcocer y Javier de la Rosa abandonan juntos las oficinas de Conycon en la calle de Orense. Los Albertos se dirigen a la sede del Banco Central, mientras De la Rosa lo hace con dirección al aeropuerto de Barajas, camino de regreso a Barcelona.

En Alcalá, 49, los Albertos se encierran ahora con Epifanio Ridruejo, consejero director general, y con Fernando Abril Martorell, miembro del consejo y ex vicepresidente del Gobierno de la UCD. Y las cosas comienzan a andar, hasta el punto de que, hacia las tres de la madrugada de ayer, el acuerdo era ya un hecho, que terminará por rubricarse poco después de las diez de la mañana, a menos de dos horas del inicio de la junta general de accionistas.

Cartera Central consigue parte de sus objetivos -el tema de la vicepresidencia queda relegado para posteriores conversaciones-, pero debe aceptar las bases de la fusión Banesto-Central, la valoración efectuada de ambos bancos y la estructura de poder del BECC Holding, SA, algo que los dueños del grupo Conycon habían atacado en el comunicado por ellos emitido el pasado martes, 21 de junio.

Con las pesetas preparadas

La eventualidad de una operación de recompra del 13% del Banco Central en poder de los socios de Cartera Central ha estado siempre presente en el ánimo de los dos banqueros recientemente fusionados, Mario Conde y Alfonso Escámez.La línea de trabajo del presidente de Banesto ha consistido en presionar al hombre de KIO en España, Javier de la Rosa, para forzar la ruptura del bloque de Cartera Central. Para ello ha animado la aparición de informaciones periodísticas relativas a la responsabilidad de De la Rosa en el desastre financiero de la Banca Garriga Nogués, perteneciente al grupo Banesto.

Con todo, ante la eventualidad de que los socios de Cartera Central anunciaran su intención de vender, era preciso contar con liquidez suficiente para hacer frente a la operación. Y no se trataba de cuatro duros, sino de una suma comprendida entre 60.000 y 90.000 millones de pesetas.

Para hacer frente a la eventualidad, un desconocido broker hispano-francés con residencia en Ginebra ofertó a los presidentes de ambas entidades un paquete de alternativas financieras para recomprar las acciones.

La condición residía en que el que aportara los fondos debería estar dispuesto a la renuncia de los derechos políticos por las acciones que le correspondiesen.

Una de las posibilidades barajadas, que según algunas fuentes contaba con las mayores simpatías del BECC, procedía de la compañía de seguros francesa Compagnie du Midi, muy interesada en tomar posiciones en el mercado asegurador español.El pasado mes de mayo, la Compagnie du Midi y el grupo asegurador Axa llegaron a un acuerdo de fusión, lo que le convierte en la segunda en importancia de Francia, tras la UAP, con 36.000 millones de francos en primas (unos 720.000 millones de pesetas).

La otra posibilidad apuntaba al grupo francés AGF, presente en España a través de Omnia, El Fénix Peninsular y AGF Seguros, y al que se describe en el mercado asegurador como un grupo con fuertes intereses en España.

En la trastienda de estos acuerdos entre el BECC y las aseguradoras francesas se encuentra el previsible interés de estas firmas extranjeras por participar en el diseño futuro del grupo asegurador del nuevo banco fusionado, formado principalmente por La Unión y El Fénix (Banesto) y el Banco Vitalicio (Central).

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