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Reportaje:

Apuntando con la cámara

Sindicatos y partidos creen injustificable que la policía grabe las manifestaciones

Nunca antes había causado tanta preocupación política el uso de un invento japonés. Ésta es la primera vez que una cámara de vídeo casera es presentada como instrumento opresor y amenaza contrarios derechos constitucionales. Tales acusaciones se lanzan porque la videomanía ha entrado en la policía. Hace poco más de cuatro años que la Guardia Civil y la policía se dedican a congelar a grupos de manifestantes en una cinta magnética. Los sindicatos consideran esta práctica injustificable y no aceptan las explicaciones de Interior. El ministro José Barrionuevo responde hoy en el Congreso sobre esta práctica.

Habituados a cargar con el vídeo con la misma naturalidad con que llevan la pistola, a los funcionarios no les ha costado trabajo grabar las manifestaciones. La Guardia Civil estuvo grabando desde un helicóptero la VIII marcha de Torrejón y la policía, por su parte, filmó a los trabajadores de Euskalduna y a los profesores que se manifestaron durante la huelga de la enseñanza. Lo hacen, según explican, para identificar a los grupos "ajenos a la manifestación" que protagonizan actos violentos, y para que los alumnos de la Escuela de Policía aprendan cómo contener a las masas. La explicación que dan los sindicatos sobre estos métodos es otra: se pretende identificar no a los alborotadores, sino a los manifestantes. "Nos quieren fichar a todos", declara Agustín Moreno, de CC OO, que se siente preocupado "porque estas prácticas están invirtiendo el principio de presunción de inocencia por la presunción de culpabilidad". Merche Arjona, de UGT, opina que este método quita libertad a las personas". Por su parte, los sindicatos policiales, que también han descubierto el peligro de la utilización de los últimos inventos tecnológicos, son unánimes al demostrar su preocupación, lógica, si se tiene en cuenta que sus últimas protestas también han quedado grabadas para la posteridad en las cámaras de sus compañeros. Otros de los participantes inmortalizados hacen responsable de las represalias laborales que sufren después

Distintos usos

Pero para la policía el vídeo también sirve para otras cosas: reconstrucciones como la del crimen de la calle Sainz de Baranda, de Madrid; operaciones tan trabajosas como la detención de los narcotraficantes de la operación ECU o la de los miembros del Exército Guerrilleiro do Pobo Galego Ceibe, y redadas como la de la Cruz del Cura han quedado grabadas para la posteridad con una cámara casera. La autocrítica es otro de los objetivos que persiguen los hombres de uniforme marrón más especializados, explica un policía.Por eso, los Grupos Especiales de Operaciones (GEO) revisan las imágenes grabadas dando adelante y atrás, y estudian sus errores como si se tratara del equipo nacional de fútbol en plena concentración. El vídeo también ha entrado en las labores de seguimiento, y la utilización de las cámaras ocultas está implantándose en España. Los grupos de elite de las policías europeas, con más experiencia en técnicas audiovisuales, intercambian con los GEO españoles sus imágenes grabadas. Además, ahora los policías están elaborando guiones sobre autoprotección del ciudadano para repartirlos en los colegios y comunidades de vecinos. Dentro de los objetivos publicitarios que la policía quiere cubrir con sus cámaras figura el facilitar a la televisión estatal y a las autonómicas imágenes de acciones policiales que ellos consideran "demasiado peligrosas como para que participe un periodista". Pretenden evitar que sólo aparezcan los llamados "altares" o "escaparates" con el material incautado tras una operación.

El policía que dirige los primeros intentos en este campo es licenciado en técnicas audiovisuales, aunque también ha trabajado en la Brigada de Información y Brigada Criminal.

El autor de la mayor parte de las cintas policiales recibe un aviso antes de la operación. "Me cojo un avión, llego a donde sea y me acoplo al trabajo de mis compañeros". "Yo voy siempre detrás de ellos", afirma. Sin embargo, procura cortar la cabeza de sus compañeros o sacarlos de medio lado para que no los identifiquen.

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