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EUROCOPA 88

La selección se despidió con otra derrota

España se des pidió de la Eurocopa en el día de la unificación alemana, aunque el de ayer no fuese uno de sus partidos más desastrosos del fatídico 1988. Y Miguel Muñoz dirigió, o se sentó en el banquillo de la selección, por última vez desde que accediera al cargo tras el descalabro del Mundial 82. España deja como saldo ante los ojos de Europa el fugaz brillo de Michel en el debú ante Dinamarca y una interesante gama de movimientos y ejercicios gimnásticos que todos han realizado media hora de cada, partido con notable armonía. Y para completar tan vistoso panorama, no conviene aparcar el dato de que Butragueño, que se retiró lesionado, se marcha también por vez primera en su brillante historia de relampagueantes acciones sin dejar esta vez nada glorioso para la historia.La selección ofreció veinte minutos para la esperanza. Muñoz introdujo un cambio sustancial en el equipo al incluir a Martín Vázquez en lugar de Gallego. El Soso había alternado una aceptable labor ante los daneses con un flojísimo rendimiento frente a Italia al no poder conectar nunca con el equipo, y no sólo -por la autojustificación de que se pasara el tiempo obligado a buscar ovnis ante los tan reiterados como desesperantes saques largos de Zubizarreta.

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Dado que Muñoz considera, como tantas otras cosas, que a ¡in portero internacional no hace falta decirle cómo debe sacar, fueron sus propios compañeros quienes calmaron la ansiedad de Zubi por el patadón a ver si los gigantes Bakero y Butragueño se llevaban alguno frente a las habituales tres torres con las que tenían que saltar. Con Martín Vázquez, Muñoz sí consiguió de entrada un fútbol algo más creativo, aparte de que esta vez Michel se ofreció desde el primer momento, retrasándose unos metros, para convertirse en una segunda salida de emergencia en la iniciación del ataque.

Así, mientras Víctor volvía a erigirse en un eficaz destructor en el medio campo, alternándose en el marcaje de Matthaus o Thon, Martín Vázquez se sintió también con mayor libertad para lucir en esos primeros momentos su disparo, que ensayó dos veces y arribos con idéntico resultado rozando los postes de Immel. España, se encontraba, se repente, con el inesperado mando del partido cuando la RFA se caracteriza precisamente, si no por su in genio sí por su capacidad física para imponer su fuerza en un constante dominio territorial.

Controlado también Littbarski por Camacho y con Andrinúa firme como líbero, España comenzó a dejar ver con el paso de los minutos algunas fisuras. San chis, espléndido de facultades contra Italia, se encontró anoche con más problemas para frenar a Rudi Voeller, que al final se convertiría en el verdugo español marcando sus goles números 26 y 27 de su magnífica cuenta particular, en su partido número 52 Por otra parte, Tomás, un jugador de enorme voluntad y sacrificio, comenzó a despistarse ante el hábil Klinsmann, uno de los pocos jugadores alemanes que no está marcado por la rigidez prusiana de la que hacen gala sus graníticos compañeros. Y, para acabar, Gordillo demostraba, por enésima vez a los ojos de todo el mundo, salvo a los de Muñoz, que no ha llegado a la Eurocopa precisamente sobrado de fuerza. Gordillo se pasó el partido perdiendo balones porque Brehme se le anticipó siempre. De una de esas pérdidas del sevillano nació el segundo tanto alemán, el final.

Como era de esperar, España se apagó por completo. Para unos jugadores que realmente habían enfocado este último partido como una especie de Everest futbolístico parecía también excesivo pensar en la posibilidad de conseguirlo. No puede decirse que no lo intentasen, pero siempre dando la imagen de escasa convicción y menores recursos, apesar a contar con un par de oportunidades para prolongar la agonía. La sentencia del goleador Voeller provocó una explosión de júbilo en las gradas del olímpico muniqués y contribuyó a hacer real, al menos en el terreno futbolístico la fiesta de la unificación. Y es que Franz Beckenbauer, el seleccionador, el célebre Kaiser (emperador) del fútbol alemán, podrá responder ahora con más tranquilidad a las durísimas críticas recibidas.

Las más despiadadas han llevado la firma del ex jugador del Real Madrid Paul Breitner, a través de las páginas de un diario de la editorial Axel Springer, que le paga nada menos que 30 millones de pesetas anuales por sus comentarios. Uno de los últimos fue el siguiente: "La actual orquesta que ha organizado Franz es caótica y produce pánico. Su táctica causa horror y es auténticamente demencial". Beckenbauer está en disposición ahora de replicar de la misma forma que lo hizo hace un par de semanas: "Breitner habrá dicho estas cosas porque estaría corno siempre, borracho".

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