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Estalla una 'guerra' del pan entre industriales y pequeños comerciantes de Madrid

Jorge A. Rodríguez

La guerra del pan ha estallado en Madrid. En un mismo barrio, y a escasos metros de distancia, el consumidor puede adquirir una barra de pan, la famosa pistola, a 6 pesetas en una tienda, a 30 pesetas en un establecimiento vecino e incluso obtenerla gratis si se desplaza hasta el supermercado y realiza algunas compras de otros productos. Un grupo de pequeños expendedores ha denunciado esta guerra soterrada que, dicen, les está expulsando del mercado. Algunas de las principales panificadoras de la región, con sus propias redes de distribución al por menor, venden el pan a precios muy inferiores al de su coste.

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"En Alcorcón, Fuenlabrada Móstoles, Leganés y en varias zonas de Madrid cada panadería vende al precio que le da la gana", afirma Luciano Sánchez, expendedor de la primera de las localidades citadas, "porque los fabricantes facilitan el pan barato a algunos establecimientos e incluso se lo regalan. Las ganancias de los vendedores se han reducido considerablemente y la clientela se queja por la falta d calidad de las barras".Sánchez acusa a la panificadora Morales (esta industria se llama en realidad Dulcicrem) y a otros fabricantes, de haber iniciado esta guerra del pan, aunque reconoce que algunos pequeño comerciantes les han seguido el juego en vez de negarse desde el principio a vender tan barato.

El régimen de libertad de precios en el pan favorece la batalla por el control de mercado. "El pan puede venderse al precio que sea, siempre y cuando se tenga a la vista del público un cartel con la lista de precios y de pesos d cada pieza", asegura la Oficina de Inspección y Consumo del Ayuntamiento de Madrid. Interrogado sobre la calidad del pan, puesta en entredicho por algunos clientes, un portavoz de este departamento municipal reconoció que "últimamente, lo único que se ha hecho desde esta oficina es mandar inspectores, los sábados, para comprobar que la tabla de precios y pesos está a la vista de la clientela".

Matías Morales, el industrial acusado por el comerciante de Alcorcón, reconoce que en la actualidad se desarrolla una guerra de precios en la ciudad. Morales imputa su inicio a la Asociación Provincial de Fabricantes Expendedores de Pan de Madrid (ASEMPAN). Esta organización, según el propietario de Dulcicrem, creó hace meses una sociedad llamada Lider "con el fin, de monopolizar el mercado".

El propio Morales asegura que él y otros cinco industriales, cuya identidad no quiso facilitar, se negaron a entrar en este grupo monopolista. "Decidimos seguir con nuestra propia política de precios", dice. "La gente de Lider, en las últimas semanas, ha visitado a todos nuestros clientes", denuncia el propietario de Dulcicrem, "para ofrecerles el pan más barato. También han visitado a algunos de nuestros suministradores de harinas y levaduras para coaccionarles", dice "Han reunido ochenta millones de pesetas a fondo perdido para tirar los precios. Nosotros nos estamos defendiendo como podemos, con las mismas armas, aunque la situación es insostenible y alguno está al borde de la quiebra".

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Felipe Ruano, secretario general de ASEMPAN, reconoce también que existe una guerra de precios, pero recusa las acusaciones de Morales y de algunos comerciantes madrileños.

"Esa sociedad Lider no tiene nada que ver con nosotros. No sabemos qué es. La guerra se ha establecido entre la panadería artesanal y la gran fábrica, entre los pequeños vendedores y las grandes superficies comerciales", matiza Ruano, "pero no hay que olvidar que el precio del pan depende también del peso de la pieza y no sólo de lo que se pida por ella, ya que no existe una pieza única de venta en todos los establecimientos". Ayer no pudo ser localizado el grupo Lider. Muchos lo relacionan con ASEMPAN, pero nadie sabe con seguridad su sede social o sus verdaderos promotores.

En esta guerra, que nadie admite haber iniciado, se disputa un mercado de medio millón diario de kilos de pan y la suerte de 11.000 puestos de venta en toda la región y de 220 panificadoras (más de la mitad pequeñas tahonas).

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Sobre la firma

Jorge A. Rodríguez
Redactor jefe digital en España y profesor de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Debutó en el Diario Sur de Málaga, siguió en RNE, pasó a la agencia OTR Press (Grupo Z) y llegó a EL PAÍS. Ha cubierto íntegros casos como el 11-M, el final de ETA, Arny, el naufragio del 'Prestige', los disturbios del Ejido... y muchos crímenes (jorgear@elpais.es)

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