Los congresos del PSOE han reforzado la concentración del poder político en los dirigentes autonómicos
JOAQUÍN PRIETO La renovación de direcciones regionales del PSOE ha concluido con un resultado radicalmente distinto al criterio con que empezó. En contra de las expectativas abiertas por el desdoblamiento de funciones en Andalucía, entre la secretaría general del partido y la presidencia del Gobierno autónomo, se ha producido una amplia concentración de poderes en los responsables de la mayoría de las federaciones socialistas. La remoción de ocho secretarios generales en los congresos regionales -el último de los cuales es el celebrado en Euskadi- ha facilitado esa operación de control del aparato del partido, en la que ha participado un grupo de dirigentes coordinados por José María Benegas, como secretario de organización.
Desde del 31º congreso federal, Benegas ha consolidado poderes y capacidad de influencia, que le han permitido operaciones personales tan complicadas como la del partido socialista de Euskadi y un cierto grado de control de otros muchos congresos regionales.La confianza de Felipe González, unida a una baja apreciable en la imagen política de Al fonso Guerra -afectado por la reducción de popularidad detectada por varias encuestas han abierto hueco a las funciones de Benegas como número tres, que desde hace unos meses coordina la tarea de dirigentes con diferentes procedencias -José Luis Corcuera, Carmeli Hermosín, Francisco Fernández Marugán, Guillermo Galeote, Ana Miranda y algún otro-, muy volcados en asuntos de la organización.
Las gestiones políticas de Benegas afectan no sólo al interior de su partido, sino a operaciones de envergadura. El ha llevado las negociaciones e in formes relacionados con el pacto antiterrorista, cuya continuidad está prevista para fechas próximas. A su vez, la ejecutiva del PSOE proyecta iniciar contactos con fuerzas políticas de ámbito estatal, en relación con el intento de buscar un consenso sobre el problema autonómico.
El objetivo de esa negociación consiste en ordenar la ampliación de competencias solicitada o sugerida desde las comunidades con menor desarrollo, en lo cual han insistido tanto dirigentes de AP como del CDS y algunos partidos regionalistas. El Ministerio para las Administraciones Públicas se limita ahora a las relaciones institucionales, mientras que la ejecutiva del PSOE ha dado los primeros pasos para hacerse cargo de la eventual negociación.
Doble clámide
Como consecuencia de la renovación de direcciones regionales, tres presidentes de comunidades, que no eran secretarios generales del- partido, visten ahora la doble clámide: es el caso de José Bono (Castilla-La Mancha), Juan Carlos Rodríguez Ibarra (Extremadura) y Carlos Collado (Murcia). A su vez, los presidentes de los Gobiernos autónomos de Madrid, Comunidad Valenciana y Navarra -Joaquín Leguina, Joan Lerma y Gabriel Urralburu respectivamente- conservan las secretarías regionales del PSOE, que ya tenían en el período anterior.
La estrategia de concentración de poderes se apunta igualmente en otras regiones de voto socialista más inseguro. El jefe del Gobierno gallego, Fernando González Laxe, ha que dado vinculado a la ejecutiva regional del PSOE como presidente de la misma. Y el vicepresidente del Gobierno de coalición de Euskadi, Ramón Jáuregui -el principal cargo público de los socialistas en esa comunidad y posible candidato a lehendakari en las próximas elecciones-, se ha hecho con el control de la ejecutiva del PSE-PSOE, con el apoyo decidido de Benegas y sin concesiones al sector opuesto, de Ricardo García Damborenea.
Benegas organizó también la transición en otra federación conflictiva, la de Aragón, cuyo ex presidente autonómico y ex secretario general, Santiago Marraco, ha quedado fuera de la política regional. Como los árbitros acosados por el público, Marraco ha salido de la federación aragonesa protegido por Benegas, quien evitó un voto de castigo contra él en el congreso regional correspondiente, a cambio de sustituirle por su vicesecretario, José Félix Sáenz. Marraco ha sido nombrado para un alto cargo de la Administración central.
En aquellas regiones donde el PSOE no ha alcanzado el gobierno, la renovación de líderes del partido coincide con el cartel electoral utilizado por los socialistas. Es el caso de Castilla y León, donde Juan José Laborda ha sido reelegido secretario general; de Canarias, donde el ex presidente del Gobierno autónomo, Jerónimo Saavedra, ha vuelto a hacerse con las riendas del partido, y de Cataluña, en que el primer secretario del PSC, Raimon Obiols, ha sido el aspirante socialista a la presidencia de la Generalitat.
Todo ello resalta todavía más el calibre de la operación realizada en Andalucía, que finalizó con el desdoblamiento de los cargos de presidente de la Junta y de secretario general del PSOE en dicha región. Un resultado que fue más lejos de lo que algunos de los promotores de la operación deseaban, según afirman ahora algunos de los que intervinieron en la misma.
Al margen de explicaciones más o menos interesadas, el congreso de Andalucía fue una clara excepción en el proceso de cambios introducidos en diferentes; puntos sensibles de la organización socialista. Ello revela el calado de la operación realizada por un grupo de dirigentes andaluces -apoyados por el aparato guerrista- para dominar en dos tiempos tanto la organización del partido como el Gobierno autónomo del principal territorio electoral del PSOE.
Nuevo comité federal
La transformación afecta también al Comité Federal del PSOE, que tiene 150 miembros electos y es el máximo órgano de este partido entre congresos. Cerca de la mitad de sus componentes no formaron parte del mismo durante la etapa anterior. Los cambios reflejan en gran medida las crisis sufridas por la familia socialista en el último año: la separación de los ugetistas, los cambios de tendencia en algunas federaciones regionales y la evolución de la corriente Izquierda Socialista, que ha perdido algunos de sus núcleos tradicionales.
La renovación extremeña, por ejemplo, ha permitido liquidar el 17eudo de Izquierda Socialista en Cáceres por medio de la unificación de las dos provincias extremeñas en una sola federación del partido, bajo el mando de Juan Carlos Rodríguez Ibarra, actual presidente de la Junta de Extremadura.
Una vez instalado el equipo de líderes regionales, éstos se convierten en un nuevo órgano de dirección federal del PSOE, en paralelo con las actuales comisión ejecutiva y comité federal. Al menos ésa es la teoría aprobada en el 312 congreso. El cumplimiento de ese propósito es una incógnita, porque Felipe González todavía no ha reunido a los responsables regionales de su partido en lo que va de año.
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