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Ladrones con poco arte

La policía asegura que los delincuentes que saquean el patrimonio artístico son poco 'profesionales'

Entre 130 y 190 hechos delictivos contra el Patrimonio Artístico Nacional son denunciados cada año, cifra que en medios policiales se considera que no es demasiado elevada. Un experto en este tipo de delincuencia asegura que el robo de obras de arte no tiene interés para las organizaciones de corte mafioso. La mayoría de los golpes están poco preparados y son realizados por chorizos carentes de organización. Son ladrones de arte, pero con poco arte.

El robo de seis cuadros del artista Joan Miró, que se exponían en la fundación barcelonesa que lleva su nombre, y su reciente recuperación por la policía ha puesto nuevamente de actualidad tal especialidad delictiva.El jefe del grupo policial de Delitos contra el Patrimonio Artístico, subcomisario Enrique de la Puente, manifestó a este periódico que, en contra de otras apreciaciones, aproximadamente el 50% de los robos siguen registrándose en las iglesias, donde está depositada gran parte de nuestra riqueza artística. Dichos recintos carecen de alarmas y sistemas de protección, lo que hace que su asalto sea una operación fácil.

El mismo experto reconoce que el expolio del patrimonio artístico es más elevado que lo que pueda parecer a la vista de los 130 ó 190 hechos que se denuncian cada año. "Hay delitos de los que la policía no tiene conocimiento, tales como las excavaciones clandestinas de yacimientos arqueológicos, las falsificaciones y las exportaciones ilegales de obras de arte", dice De la Puente.

La policía considera que muchos de los robos son obra de ladrones ocasionales, sin ningún tipo de especialización, que aprovechan la facilidad que se les da para cometer su acción. Éste fue el caso de la persona que en octubre de 1985 sustrajo los cuadros de Rubens titulados La Aurora y El Laberinto de Creta, en el museo de Bellas Artes de La Coruña

Medios 'artesanales'

La mayor parte de los delincuentes catalogados como profesionales son en realidad grupos dispersos, que operan sin planificación y con medios artesanales, según los expertos policiales. Estas bandas atacan preferentemente las iglesias, las ermitas y pequeños museos de provincias.Incluso el mítico Eric el Belga, un ladrón de obras de arte que trajo en jaque a las autoridades españolas hasta que fue detenido en 1982, era casi un chapucero, según fuentes policiales. Este individuo apenas dió golpes que necesitaran una planificación escrupulosa o unos medios técnicos avanzados.

Algunos ladrones de objetos artísticos "no dudan en trocear un retablo o en envolver sin ningún miramiento un lienzo", lo que demuestra que se trata de chorizos poco preparados y sin conocimiento, real de lo que se traen entre manos, según dicen quienes se ocupan de su persecución.

El subcomisario De la Fuente sostiene que "las organizaciones mafiosas no están interesadas en el robo de obras de arte porque es algo que no deja muchos beneficios". "También es difícil", añade, "manejar una mercancía que generalmente es voluminosa y que, además, hay que vender a un precio muy por debajo del real".

Robos tan espectaculares como el perpetrado en enero de 1981 en el museo Victor Balaguer, en Villanova i la Geltrú (Barcelona), donde fueron sustraídos 40 valiosos lienzos, han llevado a otros centros similares a adoptar mayores medidas de vigilancia.

El reforzamiento de las medidas de seguridad en muchos museos y en otros casos la concentración de los tesoros artísticos de diferentes iglesias en un local más adecuado han hecho que los ladrones se dirijan ahora contra viejos palacios, castillos, casonas y mansiones privadas.

Las iglesias, sin embargo, guardan todavía verdaderos tesoros. Los expertos recuerdan el robo perpetrado hace un año en la parroquia del pueblo vallisoletano de Olivares de Duero, donde un grupo de ladrones se apoderó de las tablas de un retablo de incalculable valor. Posteriormente fue recuperado, gracias a que los delincuentes tuvieron dificultades para venderlas.

El robo del retablo de la ermita de San Miguel de Aralar (Navarra), valorado en unos mil millones de pesetas, demostró también los problemas con que tropiezan los cacos para vender sus productos. Parte del retablo sustraído en octubre de 1979, fue recuperado por la policía en Italia, cuando los ladrones no sabían qué hacer con él por no hallar compradores.

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