Proposición por la paz

Con alguna perplejidad había leído el pasado 20 de abril el artículo de Philip W. Silver Una modesta proposición para la paz, aunque ya el título anunciaba la honestidad de su autor. Realmente era una proposición muy modesta.No me hubiera tomado el trabajo de escribir esta carta si no fuese por la increíble virulencia con que el modesto pacificador arremete contra el periodista Patxo Unzueta por recordarle que su propuesta de paz se llama alternativa KAS y es el tam-tam con el que HB llama una y otra vez al pueblo vasco sin haber conseguido no arrasar, como pronostica Silver, sino llegar al 12% del censo electoral.

Lo que me llama la atención es que Silver se proponga como epígono de Sádaba y Montero, no porque tenga razón, sino porque no les dejan hablar. Y llama la atención porque Silver no discute las razones de Unzueta, a pesar de manifestar que "no rehúyo entrar en el fondo de la cuestión". Se limita a quejarse de que el periodista razone por su cuenta, cómo si el hecho de trabajar en la sección de opinión de un periódico le incapacitase para tener opinión propia.

Pero lo más notable del artículo es que haya tenido que consultar el anuario de EL PAÍS para llegar al sorprendente descubrimiento de que el señor Unzueta "es un redactor, un empleado fijo del mismo periódico", y se haya tomado la molestia de indignarse porque tal hecho no conste al pie de sus escritos.

Señor Silver: su indignación es tan irrelevante como sus tesis pacificadoras, aunque no sea tan modesta. ¿No le parece que tal vez fuera excesivo que bajo el nombre de cada periodista se escribiese, por ejemplo: "Patxo Unzueta es periodista. Redactor fijo de EL PAÍS, adscrito a la Sección de Opinión"? ¿No se le ha ocurrido que para los lectores de este periódico pudiera ser una información innecesaria, por estar familiarizados con su firma? O, más simplemente, ¿no cree que para los espectadores de un debate pueden ser más importantes las ideas que el protocolo laboral de los firmantes?-