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Pierre Alain Hubert

Cohetes, bombas y candelas romanas, en una sinfonía de agua y fuego

Este francés de 44 años, casado y con una hija, estudió artes aplicadas y diseño en París. Comenzó en 1971 a jugar con fuego en la boca "como un saltimbanqui". Aprendió las posibilidades de la pólvora en Japón y convirtió dos años después sus espectáculos personales en ambiciosas obras de pirotecnia que sincronizan el estallido seco de los cohetes con piezas musicales interpretadas en directo. La semana pasada puso fin a las fiestas de la Comunidad de Madrid con una sinfonía de agua y fuego.

Poco antes de comenzar, Hubert advirtió: "Es un sueño para Madrid". El sueño duró 20 minutos. Mientras la Orquesta Sinfónica de Madrid, dirigida por Max Bragado, interpretaba en directo Música para los reales fuegos de artificio, de Haendel, 2.900 cohetes, un millar de bombas y 300 candelas romanas pintaban el cielo y se reflejaban en el lago de la Casa de Campo. "La pirotecnia es poesía y escultura en el espacio. Una pintura de grandes dimensiones, kilométrica".Su dedicación no le viene de familia, sino por una comezón de originalidad y de búsqueda de la expresión artística que llegue en vivo y en directo a multitud de personas. "Me di cuenta de que el arte no sale a buscar a la gente para comunicarle sentimientos y emociones, sino que es la gente la que ha de acudir al arte". Hubert se ha propuesto cambiar el orden. "Se piensa en los fuegos artificiales como la traca popular de fin de fiesta. No. Son mucho más".

Busca prender en el aire "un arte esencialmente urbano, moderno, popular, de calidad". Le persigue una auténtica obsesión por hacer tridimensional esa afirmación, llevando sus espectáculos por todo el mundo. En 1982 organizó en Versalles la octava cumbre de países industrializados. En 1984, en Argel, el 30º aniversario del comienzo de la lucha de liberación de Argelia. En 1985 y 1987, las respectivas proclamaciones de Atenas y Amsterdam como capitales culturales de Europa. Este invierno, la inauguración de los Juegos de Invierno de Calgary, en Canadá: "Un puente de fuego sobre el hielo". En España, Santander, Santiago y Madrid han sido en los últimos tres años escenario de cinco de sus creaciones. En total, más de 200 sueños.

Para darle una apoyatura filosófica a su obra, Hubert no se pone límites, y dice y escribe frases como éstas: "Los fuegos de artificio nacen de la simbiosis fulgurante de lo mineral y lo cósmico", "Materializan las fiestas de los hombres, pero les devuelven un homenaje ambiguo", "Mineralogía poética de la nada...", "Arte de lo efimero, que deslumbra y se apaga". Ese carácter tan aceleradamente pasajero de sus obras, más que desasosiego, le produce entusiasmo: "Porque es trabajar con algo vivo. La idea de que el artista ha de trabajar la piedra, el mármol, lo que perdura, es occidental. En Extremo Oriente se valoran más las artes de lo fugaz: papiroflexia, floristería. ..".

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