Un sistema imprescindible
A. V. Las imágenes que aparecen en la pantalla del simulador de vuelo del Harrier-Bravo corresponden a las pistas del aeropuerto de la base naval de Rota (Cádiz), a la costa gaditana y al portaeronaves Príncipe de Asturias, éste último en alta mar. Es el teatro de operaciones habitual de los pilotos.
No obstante, los mandos de la Armada resaltan el hecho de que "en caso de crisis" se pueden introducir en el ordenador imágenes del escenario sobre el que se vaya a operar, con lo que los pilotos pueden conocer de antemano el lugar de futuras acciones. Esta circunstancia, afirman los mandos, "nos da una capacidad y agresividad que no conocíamos hasta ahora".
El simulador permite también que los pilotos aprendan a resolver situaciones extremas, que puedan enfrentarse con supuestos fallos en los sistemas de vuelo e intentar salir airosos de situaciones límite. También se puede ensayar cualquier maniobra, como despegue y aterrizaje, y practicar la utilización del armamento sobre blancos supuestos tanto en tierra como en enfrentamientos con aviones enemigos. El simulador es, además, casi imprescindible para ensayar e inventar nuevas tácticas bélicas.
La principal ventaja del simulador de vuelo es el ahorro económico que supone. Su vida operativa se estima entre 70.000 y 100.000 horas, mientras que la del nuevo Harrier-Bravo es de 6.000 horas. A su larga vida hay que sumar la seguridad para los pilotos, ya que los Harrier-Bravo son monoplazas y los pilotos han de afrontar solos su primer vuelo, y el ahorro en combustible y desgaste de los aviones.
Antes de la entrega del nuevo simulador por parte de la empresa Ceselsa, los pilotos españoles tuvieron que ir a Estados Unidos para realizar las prácticas. España cuenta también con el simulador del avión de combate F-18 que se utiliza en Zaragoza.
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