El 'terremoto' Le Pen
El mapa electoral francés ha experimentado un cambio radical en las elecciones presidenciales del domingo. Jean-Marie Le Pen calificó los resultados como de "terremoto político", y no le falta razón. El conjunto de la derecha democrática, RPR y UDF, retrocede prácticamente en todos los departamentos. El Partido Comunista se acerca peligrosamente a la barrera del 5%, bajo la que se sitúa la marginalidad política, y pierde la primacía política en numerosos barrios obreros.Los antiguos cinturones rojos de las grandes ciudades, en cambio, empiezan a adquirir ahora la coloración negra del voto lepenista. Le Pen alcanza unos niveles de adhesión espectaculares en los departamentos mediterráneos. Se sitúa como primera fuerza política en numerosas ciudades: Marsella, Niza, Antibes, Cagnes, La Ciotat, Toulon, Frejus, Orange o Belfort. Es el segundo partido en nueve departamentos y en numerosas ciuda des, como Villeurbanne, Perpiflán, Saint-Etienne, Roubaix, Tourcoing, Nimes, Montpellier, Béziers, Séte, Cannes, Grasse, Aries, y en numerosas localidades del cinturón parisiense.
Voto anticuropeísta
El voto lepenista se extiende por primera vez por todo el territorio francés y penetra en todas las clases sociales y categorías profesionales. Los expertos destacan la entrada de votos de zonas agrícolas, polarizadas por el mensaje antieuropeísta de Le Pen. Estos votos se dirigían anteriormente al RPR, que levantó la bandera de las prevenciones ante la CE hasta las elecciones legislativas de 1986. La componente popular del lepenismo, hasta ahora explícita en los departamentos mediterráneos, parece extenderse también a toda Francia. El nuevo mapa electoral permite comprobar que allí donde se ha producido una fuerte crisis industrial, con cierre de minas o de factorías, allí donde hay una tasa de paro excepcionalmente alta, una tasa de inmigración fuerte y unas condiciones de vida urbana deficientes, allí crece abundantemente la seta venenosa del lepenismo. El voto lepenista, como rechazo del sistema político, ha desplazado hacia la derecha las propuestas de ruptura social y política.
Sólo Mitterrand aguanta la fuerza antiinstitucional del voto emitido ayer, a pesar de que a su siniestra quedan las abundantes migajas de los dos candidatos trotskistas, los dos comunistas y el ecologista, que alcanzan todos juntos más de lo previsto en los sondeos. El conjunto de la izquierda -un tipo de estimación muy grata a los franceses, acostumbrados a una elección presidencial en que se enfrentan derecha e izquierda- no llega al 50%, si se añaden los votos ecologistas. Pero el traslado de votos barristas y lepenistas a Mitterrand parece asegurar, en las actuales previsiones, la victoria del candidato socialista. Mitterrand deberá contar, efectivamente, con algunos votos de Le Pen, pero, a diferencia de Chirac, no deberá realizar ningún esfuerzo de seducción en esta dirección para conseguirlos.
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