_
_
_
_
_

Reagan vetará la ley de comercio exterior que se debate en el Senado norteamericano

Los esfuerzos de tres años en el Congreso de Estados Unidos para preparar la nueva ley de comercio exterior podrían resultar inútiles si el presidente Reagan consigue imponer el veto con que ya la ha amenazado. La ley, aprobada el pasado jueves por una amplia mayoría de la Cámara de Representantes (312 a 107), será probablemente sometida a votación en el Senado durante esta semana y se espera que también sea aprobada. El ministro de Comercio de Japón, Hajime Tamura, ha calificado la nueva normativa de "racista, arrogante y proteccionista".

Considerada como la modificación más importante de los últimos 14 años, la ley prevé que se apliquen represalias a los países con prácticas comerciales que perjudiquen "injustamente" a Estados Unidos y, aunque no especifica de qué países se trata, está dirigida en gran parte contra Japón. Un apartado incluso aplica sanciones a la empresa Toshiba, en castigo por haber violado las normas que prohíben vender tecnología a la Unión Soviética. Durante tres años, el Gobierno norteamericano no podrá comprar mercancías de Toshiba.Japón registra un gigantesco y creciente superávit comercial con Estados Unidos no sólo en venta de aparatos eléctricos y automóviles, sino también en el mercado de construcción, pues empresas japonesas tienen actualmente contratos por valor de 3.000 millones de dólares para construcciones en Estados Unidos.

Los norteamericanos lamentan la falta de cooperación japonesa en abrir sus mercados, especialmente a los productos agrícolas, que Estados Unidos puede suministrar en abundancia y a precios mucho más bajos. Especialmente la carne de vacuno y las naranjas están ahora en primer plano, y los agricultores norteamericanos todavía recuerdan indignados la justificación de Tokio para no importar carne de Estados Unidos: los japoneses, dicen, tienen un tubo digestivo más largo que los americanos y no pueden digerir bien su carne.

Protestas

La reacción del Japón ha sido tan negativa como cabía esperar. El ministro de Comercio, Hajime Tamura, calificó la ley de arrogante, proteccionista y producto de "discriminación racial y sentimientos antijaponeses". Los campesinos japoneses quemaron ayer una bandera norteamericana y se manifestaron en contra de la exigencia de Washington de vender carne y naranjas en su país. La irritación oficial japonesa se comprende aún más al recordar que gastaron, inútilmente, 60 millones de dólares en relaciones públicas para impedir la aprobación de la ley.

Entre las medidas aprobadas se halla también un amplio programa de readaptación profesional de los trabajadores perjudicados por las importaciones, con un presupuesto de 1.000 millones de dólares, y también normas para proteger las industrias víctimas de la competencia extranjera, a condición de que hagan los reajustes necesarios.

Discrepancias

No son las medias propiamente comerciales las que han motivado la protesta de Reagan, sino una parte de la ley no relacionada en modo alguno con el comercio.

Como ocurre frecuentemente en el Congreso norteamericano, se le ha añadido un apartado que atiende otras áreas, en esta ocasión, los sindicatos y el mercado laboral: exige notificar a los empleados, con 60 días de antelación, cuando las empresas con más de 100 trabajadores deciden cerrar sus puertas.

Reagan considera que ello sería una carga insoportable para los empresarios. Sin embargo, los congresistas señalan que tanto Europa como Japón tienen normas semejantes de protección a los trabajadores y no parecen tener problemas para exportar.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_