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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Denuncia profética

Después de leer el artículo de José María González Ruiz titulado Denuncia profética (EL PAÍS, 24 de marzo), me parece que este señor echa las campanas al vuelo con demasiada facilidad, pues, si bien es cierto que el documento papal al que se refiere su artículo es irreprochable en el plano teórico, la práctica solidaria de la Iglesia es bastante más ambigua.En el documento papal se habla mucho de solidaridad y se dicen cosas hermosas acerca de ella; pero ¿dónde está la solidaridad papal en el caso concreto de Nicaragua? ¿No existe en este país un tremendo vacío de Iglesia en la lucha de un pueblo pobre y oprimido por su supervivencia? ¿Con quién se solidariza la Iglesia jerárquica en el caso concreto de Nicaragua? ¿Con los pobres que tratan de coger en sus manos las riendas de su desarrollo o con los ricos y poderosos que tratan de mantener una situación de explotación y dependencia?

¿Con quién estaba la Iglesia en Cuba antes de la revolución? ¿Con los capitalistas y las clases acomodadas o con el pueblo pobre y explotado?

El documento papal Sollicitudo rei socialis dice textualmente: "La Iglesia asume una actitud crítica tanto ante el capitalismo liberal como ante el colectivismo marxista". Creo que esto no es verdad. La Iglesia ha sido muchísimo más crítica y beligerante ante el colectivismo marxista, mientras que ha sido y todavía es cómplice del capitalismo liberal y tiene sus raíces demasiado hundidas en él. Esa imagen de independencia y equilibrio frente a los dos sistemas, sin duda caducos e inhumanos, no está refrendada por la práctica pastoral de cada día.

Por último, dice la encíclica: "Si el desarrollo es el nuevo nombre de la paz, la guerra y los preparativos militares son el mayor enemigo del desarrollo integral de los pueblos". Ahora me pregunto: ¿A qué espera la Iglesia para tomarse en serio la objeción de conciencia ante el servicio militar? ¿No es éste un medio eficaz para desarmar progresivamente a una sociedad cada día más militarizada?

La objeción de conciencia pertenece a la más genuina tradición de la Iglesia en sus primeros tiempos, ¿por qué no recuperar una costumbre tan acorde con el Evangelio?

Todavía más, ¿por qué los obispos nicaragüenses defienden allí la objeción de conciencia al servicio militar obligatorio, dejando al pueblo indefenso frente a la agresión de la mayor potencia militar del planeta? ¿Con quién está la Iglesia en la realidad de cada día? Es más fácil escribir un buen documento que ser coherente en la práctica pastoral, ¿no? Muchas gracias.

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